martes, 5 de junio de 2018

162.- EL MISTERIO DE LA CRUZ


162.- 
Estas metáforas sacrificiales y expiatorias interpelarían o incluso le parecerían necesarias a una mente jurídica que no se sintiera cómoda con el concepto de perdón. Tendrían sentido para cualquier mente dualista que prefiriera explicaciones de justicia retributiva basadas en el principio: "Ojo por ojo y diente por diente". Jesús vino para cambiar todo eso, por supuesto. La filosofía y la teología sistemáticas de Duns Escoto están totalmente consagradas a ‘la protección de la perfecta libertad de Dios y la necesaria libertad interior de cada criatura’.
Para el "Doctor sutil" y sus seguidores, la libertad de la voluntad (¡para amar!) era un atributo más elevado que el conocimiento. Esto diferencia a la escuela franciscana de la dominica, representada por el dominico Tomás de Aquino. Las escuelas franciscana y dominica formaban, por así decir, el "club de debate" oficial de la época.
Me gusta pensar que Duns Escoto llegó a su concepto de libre arbitrio a partir del concepto bíblico de elección. La elección de Dios es absolutamente libre y arbitraria, en modo alguno racional o determinada.
Juan Duns Escoto, sin embargo, sintonizaba más con Colosenses y Efesios. Estas cartas interpelaban a su sentido estético y filosófico del todo y de la historia más que cualquiera de los símbolos literales de rescate sacrificial que se encuentran en los demás libros de la Biblia. En dichas epístolas, Jesús es concebido como "la primera imagen de la mente de Dios" (Ef 1,3-11), algo que se describe con mayor detalle en el himno de Col 1,15-20.
Escoto sostenía que Jesús no es "necesario" para resolver ningún problema: no se trata de una operación de limpieza posterior al hecho, sino de una gratuita y pura declaración de la verdad primordial desde el comienzo mismo. Y ello se conoce como la doctrina de la "primacía de Cristo".
La encarnación de Dios en Jesús nos proporciona la "imagen (viva) del Dios invisible" (Col 1,15): Jesús es el modelo de todo lo demás (v.16), reconcilia todas las cosas en él (v.17) y es el director de un cuerpo cósmico que camina tras sus huellas (v.18). Utilizando una imagen contemporánea: Jesús es el "holograma" de todo lo que acontece en un universo repetitivo, constante y holográfico (v.19). Él es la pauta a la que todo obedece. Hace lo que también nosotros debemos de hacer; por eso nos dice: "Seguidme".
Dicho de otro modo, en Jesús anticipa Dios a la humanidad su pronunciamiento definitivo sobre la historia y sobre el alma. Esta "Palabra de Dios", toda destilada y focalizada en una vida visible, es "secretamente" divina, pero también abiertamente humana. ¡Más o menos como nosotros!

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