miércoles, 6 de junio de 2018

75.- PODER BUENO Y PODER MALO


75.-
Dios marca la pauta
No confiaremos en el poder espiritual hasta que hayamos experimentado a un Dios que opera de la misma manera, a un Dios dispuesto a esperar, tolerar, perdonar, confiar y amar incondicionalmente. Resulta en gran medida una pérdida de tiempo invitar a la genta a amar con generosidad cuando el Dios que les ha sido presentado es estricto y exigente, ama de manera bastante condicional, se ofende con facilidad, tiene muchas necesidades y amenaza a los seres humanos con la tortura eterna en caso de que no "crean en él".
Esta propuesta, absolutamente inviable, es en buena parte la que realizamos en la actualidad. Pienso que la mayoría de las personas, por alguna razón, no se dan cuenta de ello, ni siquiera los clérigos, quienes en ocasiones proponen de hecho un Dios tan mezquino y violento porque ellos mismos sufren a causa de él.
Por fortuna, la Biblia mina desde el comienzo mismo esta clase de poder y nos enseña a entenderlo de otra forma. Mark Townsend, en su reciente libro The Gospel of Falling Down [El Evangelio del fiasco] reivindica "la belleza del fracaso en una época en la que lo que cuenta es el éxito". Reconoce que Dios es capaz de usar antihéroes; de un modo u otro, recurre a personas incapaces, ineptas, faltas de preparación e incompetentes. El texto bíblico nos los presenta con frecuencia como "impotentes" en diversos sentidos: Sara y Abrahán, Moisés, Raquel y Rebeca, David, Jeremías, Job y el propio Jesús son ejemplos elocuentes de ello.
¿A quién elige Dios para el experimento principal? Dios no escogió a los egipcios, sino a los israelitas, un pueblo esclavizado en Egipto. En cada caso hace falta que se produzca el descubrimiento de una nueva clase de poder por parte de personas que carecen de todo poder.

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