14.-
El pueblo judío tiene una capacidad poco
común de hacer frente a experiencias negativas con la sola ayuda de Dios. Esto
es justo lo contrario de lo que hoy solemos hacer y que puede ser percibido
como fabricarse una religión a partir de los momentos agradables de la vida. “Los judíos crearon una religión a partir de
los peores momentos de su vida, y ahí radica probablemente la razón por la que
han perdurado con tanta pujanza hasta nuestros días, incluso después del
Holocausto”.
Es importante que advirtamos cuán osada
fue y sigue siendo la religión judía. Imagina a Moisés diciendo al pueblo antes
de cruzar el mar Rojo: "El Señor peleará por vosotros; vosotros esperad en
silencio" (Ex 14,14). O bien: "Los que esperan en el Señor no quedan
defraudados" (Sal 25,3).
Afirmaciones de este tipo le dejan a uno
desnudo ante sus enemigos y ante el momento presente. Nada tiene de extraño que
un tercio del Salterio esté formado por salmos de lamentación. Durante la mayor
parte de su historia, el cristianismo ha sido incapaz de actuar así, aunque se
consideraba superior al judaísmo (esto lo abordaremos más adelante, cap-9).
Nuestra tentación, ahora como siempre, es
confiar no en Dios, sino “en nuestra
tradición creyente de confianza en Dios”. ¡No es lo mismo! A menudo es en
nuestra tradición en lo que creemos, una tradición en la que podemos hablar de
santos y teólogos del pasado que confiaron en Dios. Es un modo muy astuto de
evitar la experiencia misma, los intimidatorios encuentros con el Dios vivo, la
encarnación en curso. Tendemos a confiar en el pasado por sí mismo, como si
Dios hubiera venido al mundo para proteger las tradiciones o como si el pasado
fuera de algún modo más sagrado que el presente. Jesús afirma explícitamente
que esto es un error (Mt 15,3).
Debo decir que yo amo la tradición, pero
se trata de sumisión al maravilloso y siempre desbordante misterio de Dios. En
ese sentido, siempre será una tradición del no saber. Es lo que denominamos
tradición “apofática” o "nube
del no saber", que se convierte en el concepto mismo de fe: la libertad de
no saber, porque “soy conocido” más
plenamente que yo conozco o incluso necesito conocer (cf. 1Cor 13,12).
Necesitamos “suficiente saber” para
ser capaces de soportar el misterio del no saber (Pero dejemos este tema hasta
el capítulo 6).
No hay comentarios:
Publicar un comentario