38.-
Cuando entra en el templo y arroja al
suelo las mesas de los cambistas, Jesús está debilitando, de hecho, el entero
sistema de la religión sacrificial (para una buena exposición de este punto,
cf. Hb 10). Está diciendo, "de una vez por todas" que los sacrificios
cruentos han quedado superados, como con tanto acierto señala “René
Girard” en “La violencia y lo sagrado”. Después de todo, los sacrificios
humanos y animales, así como el heroico "autosacrificio", no son sino
sustituciones vicarias de lo que realmente tiene que ser sacrificado y no
queremos sacrificar: nuestro falso yo, nuestro ego, nuestras vanas ilusiones.
Para nosotros, ese sacrificio es siempre una experiencia de muerte, en especial
si llevamos treinta años cortejando a nuestro yo.
Si regresamos a la historia de las
religiones, constatamos que en casi todos los continentes existieron
sacrificios humanos hasta más o menos la época de Abrahán. Todavía
recientemente se ha descubierto en América Latina restos de niñas pequeñas
sacrificadas. En todos los continentes, la gente pensaba que Dios no podía
amarnos a menos que le ofreciéramos los mejores y más brillantes de entre
nosotros: nuestros primogénitos y nuestras hijas vírgenes.
“Alguien”
tenía que ser entregado a Dios, porque no se consideraba que éste, en el fondo,
estuviera de nuestra parte. A menos que tengamos presente esta forma de pensar,
no entenderemos hasta qué punto Jesús imprimió un nuevo rumbo a la entera
historia de las religiones. ¡El símbolo consiste, por supuesto, en que Dios
derrama su sangre para llegar a nosotros después de milenios y milenios en los
que era la humanidad la que derramaba su sangre para llegar a Dios! Para
aquellos que estaban deseosos de leer los símbolos, Jesús invirtió todo el
temible proceso. Al fin y al cabo, el verbo griego “sym-balleîn”, de donde procede "símbolo", significa "arrojar
juntas" dos nociones diferentes, de suerte que podamos ver su similitud y
acceder a un todo más abarcador.
Lo que aparece simbolizado además en el
bello relato de Abrahán e Isaac (Gn 22) es el tránsito de los sacrificios
humanos a los sacrificios animales. ¡Lo único que explica que pudiera
escribirse semejante narración es que los hombres realizaban “de hecho” sacrificios humanos (repara
en el sacrificio que ofrece el rey de Moab en 2 Re 3,27)! Era una línea
argumental creíble. Cabría decir que la razón por la que Isaac se prestó a ello
fue porque estaba familiarizado con semejante práctica cultural y sabía que le
obligaba.
En verdad, Dios ha sido percibido como
temible y amenazador a lo largo de la mayor parte de la historia. A la mayoría
de los seres humanos, Dios nunca les ha suscitado sentimientos de amor Incluso
hoy tú nunca amarás a un Dios que, en el fondo, es un terrorista: menesteroso e
inseguro. Nunca le dedicarás tiempo a un Dios así. ¿Para qué ibas a perder
tiempo a solas en la oración si no para intentar manipular o controlar a
semejante Dios?
Mientras pensemos que Dios exige sangre
física o sensiblera abnegación en vez del "corazón circunciso" (Dt
10,16) que la sangre en realidad simboliza, es probable que la mayoría de
nosotros sigamos resistiéndonos a -y lamentando- este marcapáginas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario