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Teología arquitectónica
En tiempos de Jesús, la arquitectura misma
del templo revelaba en piedra aquello de lo que yo estoy hablando
espiritualmente. El diseño fáctico del edificio parecía proteger diversos grados
de dignidad. En el centro estaba el sanctasanctórum, al que solo podía entrar
el sumo sacerdote, y únicamente un día al año. Esta cámara estaba rodeada por
el atrio de los sacerdotes y los levitas, al que tan solo estos tenían acceso,
Más allá estaba el atrio de los varones judíos circuncisos.
El atrio exterior del templo era el atrio
de las mujeres judías, aunque durante los años en que menstruaban rara vez
podían penetrar en él por causas de las creencias sobre la sangre y la pureza
ritual (cf. Lv 15,19-30). Junto a la entrada a este atrio había un cartel que
advertía a cualquier no judío que quisiera traspasar ese umbral que, en caso de
hacerlo, sería castigado con la pena capital.
Aquí encontramos estructurado en piedra lo
que invariablemente hacen todas las religiones: trazar casi como su principal
finalidad una clara distinción entre el dentro y el fuera. Los judíos
nos definen como "gentiles"; nosotros hablamos de "no
católicos". Casi todas las personas parecen necesitar alguna clase de
pecadores o herejes con quienes compararse. Recuerda que el judaísmo es una
religión arquetípica y que lo que los judíos hacen bien o mal ilustra el patrón
análogo existente en casi todas las religiones. En uno u otro nivel, todos
creamos meritocracias o sistemas de idoneidad, basándonos siempre en una suerte
de código de pureza: racial, nacional, sexual, moral o cultural.
Ahora tal vez comencemos a ver hasta qué
punto era Jesús un reformador radical de la religión. No mostraba interés
alguno en mantener sistemas de dominación o sistemas cerrados de cualquier
clase. Los socavaba activamente, aun en contra de sus propios seguidores (cf.
Lc 9,49-56). Tampoco le preocupaban lo más mínimo los diversos códigos de
débito y de pureza de la religión (cf. Mt 15,1-14), que son las formas
religiosas de poder y exclusión. De hecho, a menudo desobedecía abiertamente
muchos de los aceptados códigos de pureza de su propia religión.
¡A veces digo en broma que, de domingos a
jueves, Jesús parece dedicarse nada más que a descansar y que luego se desvive
por desarrollar toda su obra en sábado! es más que evidente que está desafiando
un sistema religioso que antepone las costumbres y las leyes humanas a las
personas (Mc 2,27). Dice lo mismo cuando sus discípulos son criticados por
transgredir estos mandamientos humanos. Defiende su estatus oficial de
"pecadores" diciendo: "El sábado se hizo para el hombre, no
el hombre para el sábado" (Mc 2,27).
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