jueves, 7 de junio de 2018

8.- INFORMACIÓN NO EQUIVALE NECESARIAMENTE A TRANSFORMACIÓN




8.- 
Pero ¿cómo llegamos a saber cuáles son estos grandes temas de la Escritura? ¿Cuáles son las ideas fundamentales que liberan la historia de la humanidad? Henri de Lubac, jesuita francés y uno de los grandes teólogos del Concilio Vaticano II, celebrado a comienzos de la década de 1960, decía que existen dos mediocres enfoques alternativos a la hora de interpretar la Escritura. El primero lo identifica con los trillados moralismos y beaterías de quienes jamás han estudiado el contexto histórico y antropológico en el que surgió la Biblia (la tentación conservadora). Es todo corazón, pero poca cabeza. Resulta dulce y agradable, más nunca va a transformar la historia. Jamás conmoverá a nadie con un mínimo de formación, por decirlo honestamente, y se convierte en un pretexto para encubrir un orgullo desmedido y un montón de prejuicios.
El otro enfoque mediocre, sostiene Lubac, es la angosta interpretación histórico-crítica de quienes no han tenido experiencia real alguna de Dios (la tentación progresista). Son las fórmulas "ilustradas" de quienes carecen de la experiencia interior necesaria para despertar la realidad del mundo espiritual. Hablan mucho de Dios, más no lo aman realmente. El único camino posible para ellos consiste en reemplazar el Espíritu por la letra, la autoridad interior por la explicación científica y el conocimiento experiencial por la erudición. Es todo cabeza, pero poco corazón. Aprendemos qué quiere decir exactamente el texto griego y si Jesús pronunció en realidad estas o aquellas palabras, todo lo cual devuelve el control a la mente, pero el corazón no experimenta nada que sea misericordioso o nuevo.
Nosotros vamos a intentar identificar un ‘centro saludable’, un espacio entre estas dos formas alternativas de mediocridad. Haremos uso de algunos estudios culturales, así como de la psicología y la conciencia histórica, pero siempre con el objetivo de propiciar la conciencia interior de la acción del Espíritu que en este preciso momento nos está guiando. Esta modestia y esta confianza harán que nos situemos humildemente ante el texto bíblico y no tengamos tanta necesidad de alcanzar rápidas conclusiones.
Entonces conocerás por ti mismo, y no solo porque "la Biblia así lo dice" o porque lo afirma cualquier otro a quien le hemos dado nuestra confianza. La madurez espiritual se caracteriza siempre por un confiado ir y venir entre la autoridad exterior y la interior. A tenor de nuestra experiencia, los conservadores son quienes se apoyan en exceso en la autoridad exterior, mientras que los liberales tiende tienden a confiar demasiado en su propia autoridad interior. La madurez es, como siempre, ese “tertium quid” entre ambos extremos, un lugar espacioso que nos es ofrecido por Dios y por la gracia y que a nadie le resulta del todo cómodo.

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