17.-
La tradición bíblica valora estas dos
primeras cúpulas de sentido; aunque no las denomina así, a ambas las toma en
serio. Tanto el "este soy yo" como el "estos somos
nosotros" forman parte del relato; la vida del individuo y la vida de la
nación son escenarios de la acción de Dios. Pero la Biblia añade luego algo
más. Ambas cúpulas de sentido se encuentran asimismo "conectadas con algo
Infinito".
La tentación de la Nueva Era, como la del
liberalismo sofisticado, es vivir exclusivamente en la primera cúpula de
sentido, en el ámbito de la experiencia individual. Eso es demasiado poco. En
dos palabras: contar sin cesar la "historia" de uno mismo acaba
siendo aburrido y narcisista. La pregunta es siempre y para todos: "¿Cómo
encaja esto en un contexto más amplio?", "¿Qué puedo hacer con mi
experiencia por los demás y por el futuro?".
Otras personas más tradicionales, más
conservadoras, tienden a perderse en la segunda cúpula de sentido: lealtad al
grupo, identidad grupal. "Mi país, con razón o sin ella", o: "Mi
religión, aun sin experiencia interior de ella", son ejemplos de este
nivel de pensamiento. Todo puede convertirse en sumisión ante el líder o ante
la identidad grupal. Para muchos católicos conservadores, reconocer las cosas
absurdas que han dicho o realizado los papas del pasado es superior a sus
fuerzas. Los estadounidenses conservadores son incapaces de criticar a su
partido político, al ejército o al presidente de la nación.
A nuestro juicio, quienes se sitúan en
cualquiera de los dos extremos terminan ideologizados, es decir, reemplazan la
experiencia real por conclusiones predeterminadas. Ya tienen las respuestas
antes de escuchar la información y aprender de ella. Tanto los unos como los
otros necesitan una cúpula de sentido más abarcadora si quieren salvarse a sí
mismos.
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