miércoles, 6 de junio de 2018

50.- PERSONAS CON UN ROSTRO


50.- 
El respeto por el misterio posibilita la presencia
Permíteme, que trate de definir el misterio de la presencia, pero antes de nada, el concepto mismo de misterio. La mayoría de nosotros crecemos pensando que los misterios son realidades que no podemos entender, por lo que no tiene sentido intentarlo. Pero ese no es el significado tradicional ni verdadero del término. ¡Un misterio no es algo que uno no está en condiciones de entender, sino algo que puede ser comprendido sin fin! Tiene múltiples estratos, está grávido de sentido y nunca admite ser cerrado o resuelto por completo.
En las religiones mistéricas de Asia Menor, mysterion era algo en lo que uno tenía que ser iniciado a través de la experiencia personal, no solo leyendo libros o memorizando doctrinas. Pablo se sirve de ello con frecuencia en sus cartas a gentes de esa región.
En sus propias palabras, él tiene "una sabiduría que ofrecer a quienes han alcanzado la madurez, no las filosofías de los maestros de nuestra época, sino la sabiduría oculta de Dios que enseñamos en nuestros misterios... cosas que desbordan la mente humana y que Dios preparó para quienes lo aman" (1Cor 2,6-7.9)
Algunos versículos más adelante, Pablo afirma que esa sabiduría es conocida a través de un proceso y una mente por completo diferentes: "Conociendo las cosas espirituales en términos espirituales" (1Cor 2,13). En otras palabras, no podía ser comunicada a personas que no tuvieran al menos cierto nivel de experiencia interior (léase "oración"). Es esa necesidad de experiencia personal la que fundamenta toda religión verdadera y es constantemente ilustrada en la Biblia por relatos y personajes. Los grandes personajes de la Biblia no sólo "creen", sino que de algún modo “saben. Pero saben misteriosamente”.
Ofrezcamos un ejemplo concreto. Los cristianos hablamos del "misterio pascual", el proceso de pérdida y renovación que fue vivido y personificado en la muerte y resurrección de Jesús. Cabe afirmar esa creencia en el rito y en el canto, como hacemos en la eucaristía; pero la expresión "misterio pascual" es entendida deficientemente y no resulta esencialmente transformadora hasta el momento en que las personas pierden su fundamento y su base, y luego experimentan a Dios sosteniéndolas, de suerte que afloran al otro lado incluso más vivas.

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