miércoles, 6 de junio de 2018

94.- EL FILO DE LA NAVAJA: SABER Y NO SABER


94.- 
6.- El filo de la navaja: saber y no saber

               «Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos... Como el cielo está por encima de la tierra, mis caminos están por encima de los vuestros y mis planes de vuestros planes».
                                                                                                                                     - Is 55,8-9
               «Recorréis mar y tierra para ganar un prosélito y, cuando lo conseguís, lo hacéis merecedor del fuego el doble que vosotros».
               -Mt 23,15

            ¡CARAY! ¿Qué mueve a Jesús a hablar como lo hace en la segunda cita? ¿No está siendo un poco injusto, incluso cruel? De hecho, esto se lo dice a creyentes bastante "ortodoxos", a maestros y estudiosos de la ley, a personas que "saben". Para comprender sus palabras, hemos de tener presente cómo Jesús y los profetas se veían a sí mismos como reformadores radicales de la religión, pero también cómo la religión sabe lo que sabe.
La Biblia ilustra tanto la religión sana como la insana justo en el texto mismo, y Jesús nos ofrece un criterio bastante simple para juzgar a esta última tomando a la primera como criterio. No se trata en absoluto de una categoría conceptual, sino de una categoría práctica y visual: «¿Da frutos buenos o malos?» (Mt 7,15-20; Lc 6,43-45). Jesús es muy práctico, casi embarazosamente práctico.
Cuando la religión no desempeña de modo apropiado su tarea, casi todos los demás aspectos de la sociedad se verán asimismo aquejados. Si tu imagen de Dios es verdadera, la imagen que tengas de ti mismo también lo será. Si tu imagen operativa de Dios es tóxica, probablemente también tú lo serás, y esa es la toxicidad frente a la que Jesús nos previene.
La religión es lo mejor del mundo, pero también puede ser lo peor. Si el modo de relacionarse las personas con Dios es un estilo de relación vivificador (¡las relaciones de las personas de la Trinidad son el modelo primero y más rico!), casi todo lo demás en una sociedad, incluso las partes rotas que hay en ella, es susceptible de renovación, sanación e iluminación.
Esta es la razón por la que la verdadera “ortodoxia” ("ideas correctas") es tan importante. Sin embargo, veremos que en la Biblia la ortodoxia nunca se define como algo que acontece únicamente en la cabeza. (De hecho, ¡este término ni siquiera aparece en la Biblia!). Todo el texto bíblico acentúa la "relación adecuada" mucho más que el estar en lo "cierto" desde un punto de vista meramente intelectual. Algunos lo llaman “ortopraxis” o "práctica recta". “Jesús declara sistemáticamente salvadas o sanadas a personas que mantienen con él una relación pertinente, nunca las encadena a sus sistemas de creencias o de pertenencia”.
La preocupación de Jesús por la ortopraxis está en el centro del severo dicho citado al comienzo de este capítulo. Jesús había sido moldeado por la primera cita, la de Isaías, que nos invita a la humildad judía delante de Dios (cf. Eclo 3,11; Job 11,6; Sal 139; Rom 11,33-35) en vez de intentar tan solo ganar nuevos miembros para nuestro grupo, supuestamente salvado, cuando en realidad nosotros mismos todavía somos más merecedores del infierno que del cielo.
Cuando suponemos que lo sabemos todo, podemos llegar a ser muy arrogantes y expeditivos. Cuando sabemos que no lo sabemos todo, entonces damos mucha mayor importancia a la práctica del amor. Esto se me ha hecho patente observando la naturaleza humana. Quienes conocen a Dios son siempre humildes; quienes no lo conocen están invariablemente demasiado seguros de sí mismos.

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