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Poder bueno y poder malo
"Los
miembros del cuerpo que se consideran más débiles son precisamente los
indispensables"
-1 Cor 12,22
"¡Con cuánto ingenio
despreciáis el mandato de Dios para salvaguardar vuestras tradiciones!"
-Mc 7,9
Una de las principales ideas de la Biblia
es, desde el Génesis al Apocalipsis, la crítica frontal al poder. Ve las
noticias un día cualquiera, participa en algún movimiento social, observa un
matrimonio, y constatarás que la mayoría de las personas no aborda bien este
asunto del poder.
Solo muy poco a poco accede la conciencia
humana a un uso desinteresado del poder o a compartir el poder o incluso a un
uso benevolente de él: en la Iglesia, en la política o incluso en la familia y
el matrimonio. Cualquier crítica del poder es tan contraria a la intuición
común que durante la mayor parte de la historia cristiana ha sido eludida en
gran medida. Si no me crees, basta con que veas el "Canal de
Historia". Es prácticamente la única línea argumental.
Los dos epígrafes que encabezan este
capítulo son sendos sutiles pasajes bíblicos que -así lo espero- ilustrarán
tanto el poder bueno como el poder malo. En el primero de ellos, Pablo anima a
su comunidad a proteger y honrar a quienes carecen de poder; en el segundo,
Jesús critica a los líderes religiosos por utilizar la tradición para
incrementar su propio poder.
El poder bueno
es lo que Ken Wilber denomina, en su libro “Sexo,
ecología, espiritualidad”, "jerarquías de crecimiento",
necesarias para proteger a los niños, los pobres, el entero mundo animal y a
todos aquellos que carecen de poder. El poder malo es el que se usa
meramente para protegerse, mantenerse y promocionarse uno mismo. Wilber llama a
este poder malo "jerarquías de dominación". Insiste, y yo estoy de
acuerdo con él, en que la jerarquía no es inherentemente mala, como tampoco lo
es el poder. Tan solo resulta muy peligrosa para uno mismo y para los demás
cuando uno no ha llevado a cabo el necesario trabajo espiritual.
El liderazgo de servicio es claramente
recomendado e incluso ordenado por Jesús (cf. Mc 10,42-45); y cuando no se
practica, estamos siempre expuestos a una predecible reacción desmesurada
contra todo liderazgo y autoridad. Es el perenne movimiento pendular de la
historia, que a estas alturas ya deberíamos tener claro. Jesús es, a todas
luces, el mejor ejemplo de poder bueno y la más contundente crítica del poder
malo que cabe encontrar en la Biblia.
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