jueves, 7 de junio de 2018

16.- INFORMACIÓN NO EQUIVALE NECESARIAMENTE A TRANSFORMACIÓN



16.- 
El huevo cósmico
Para los propósitos globales de este trabajo, me gustaría que imaginaras una figura a la que denominamos "huevo cósmico". Imagina tres cúpulas de sentido. La menor de ellas corresponde a tu historia personal: "Este soy yo", "mi historia". Probablemente, nadie ha tenido el lenguaje o la libertad necesarios para desarrollar este nivel de sentido en medida comparable a lo que ha sido habitual en Europa o Estados Unidos durante más o menos los últimos treinta años. Es el lenguaje de los programas de entrevistas y tertulias de televisión y radio. Es un lenguaje psicológico, de autoayuda, interpersonal, subjetivo. Hasta donde alcanza, es muy bueno.
A lo largo de la historia, la mayoría de las personas no han tenido siquiera acceso a este tipo de lenguaje y han sobrevivido dependiendo en gran medida de las otras dos cúpulas más abarcadoras. Nosotros no lo hemos descubierto hasta hace poco, aunque tiene sus orígenes cristianos en las “Confesiones de san Agustín” y en la brillante descripción que Juan de la Cruz hace de los estados interiores. Este lenguaje responde a numerosas preguntas, de modo que justo ahora es cuando estamos disfrutando de él.
El problema es que este lenguaje es tan rico que se está convirtiendo en un sucedáneo de la verdadera trascendencia. Como ves “mi historia" no es todavía toda “la historia". Crea individuos, incluso buenos individuos, pero no santidad ni auténtica integridad, ni siquiera personas conscientes de su lugar en la sociedad o la historia.
De ahí que exista una segunda cúpula de sentido más abarcadora que engloba a la primera: "Estos somos nosotros", "nuestra historia". Aquí es donde a lo largo de la historia humana la mayoría de las personas han desarrollado su vida: su etnicidad, su género, su grupo, su religión, su profesión. En el curso de la historia, la mayoría de los seres humanos se han entendido a sí mismos en función de su identidad grupal: nosotros los agricultores, nosotros los polacos, nosotros los católicos, etc. Por eso tenían que defender a su grupo de forma tan irracional. Era todo cuanto tenían. Esto es pensamiento grupal.
Todavía puede constatarse la existencia de este tipo de pensamiento en muchas partes del mundo donde la gente no tiene tiempo, tal vez ni siquiera el vocabulario necesario para elaborar "su historia" personal. Su única identidad es la grupal. Ciertos políticos entienden mucho de esto. Esto, por supuesto, da miedo, porque tales grupos son sumamente manejables y están muy sujetos al miedo y la violencia en razón de las supuestas amenazas que se ciernen contra ellos, tal como en la actualidad puede apreciarse en gran parte de nuestro mundo. Los miembros de estos grupos apenas se conocen a sí mismos, y la única salida que les queda es vincularse a la primera o la tercera cúpula de sentido.

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