miércoles, 6 de junio de 2018

53.- PERSONAS CON UN ROSTRO


53.- 
¡Cuánto poder nos ha otorgado Dios a unos sobre otros! Nos ha sido otorgada la capacidad de recibir el amor del otro, pero también su maldición, la capacidad de afirmarnos mutuamente y de negarnos mutuamente, y estas actitudes se convierten en las puertas mismas de la afirmación divina o de la ignorancia de la divinidad.
¡Qué gran riesgo asumió Dios! ¡Cuán triste debe estar Dios cuando muchos recién nacidos, grupos marginados, gais y lesbianas, discapacitados o desfigurados, así como los llamados pecadores o criminales, no tienen espejos fieles y amorosos!
Mantener un relación desnuda con el Otro Primordial es conocer el propio yo en su más verdadero y profundo ser. Cuando te permites ser recibido por entero, ser mirado de arriba abajo por Aquel que todo lo conoce y todo lo recibe, devienes indestructible.
Si eres capaz de aprender a recibir la mirada perfecta del Otro, a ser reflejado por el Otro, entonces las voces de la muchedumbre humana, incluidas las negativas, apenas tienen poder para dañarte. Lo mejor de todo es que, como se dice en una cita atribuida al Maestro Eckhart, "los ojos con los que devuelves la mirada a Dios son los mismos ojos con los que él primero te miró a ti".
Permanecer humildemente ante la mirada de Dios no solo unifica la psique, sino que también hace justo aquello que yo sé cuando enseño a orar contemplativamente. Unifica el deseo. Lo libera de lo que Henri de Lubac llama el “vértigo de la imaginación”. Es el torbellino de la imaginación: mirar aquí y allá y a todas partes. Permanecer ante el Dios “aceptador” literalmente te permite estar sereno y recogido en un solo lugar. “Eres capaz de” estar en un solo lugar, “eres capaz de” estar aquí, en este preciso momento. Dejas de estar oteando siempre el horizonte en busca de la felicidad futura. Entonces y siempre, "este es el tiempo favorable, hoy es el día de la salvación" (2Cor 6,2).

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