3.-
Nos encantan las evidentes continuidades
que existen entre los dos Testamentos y claramente vemos a Jesús, antes que
nada, como un judío que hiló fino con brillantez a la hora de considerar su
propia tradición y que nos legó una maravillosa lente para observar con amor la
tradición judía y seguir avanzando con ella de un modo inclusivo (que terminó
convirtiéndose en su vástago, el cristianismo).
El carácter y el futuro ecuménicos del
cristianismo están deviniendo bastante claros. Se trata realmente del lado
religioso de la globalización. No podemos seguir rehuyéndonos unos a otros; y
si lo hacemos, somos nosotros los que salimos perdiendo (1 Cor 12, 12-30),
aunque ello también va en detrimento del Evangelio.
Utilizamos las citas de la Escritura
acompañadas tan solo de un breve comentario, con la esperanza de que la sucinta
glosa incite y motive al oyente a una más profunda involucración con el texto y
el contexto por su propia cuenta. Nos complacería mucho suscitar el amor por la
Escritura y propiciar que cada uno acuda allí por sí mismo, a fin de encontrar
allí plasmada tanto la propia experiencia interior como alguna validación
exterior de la misma.
La verdadera sabiduría espiritual solo se
da cuando concurren estos dos aspectos: la autoridad interior y la autoridad
exterior. Durante mucho tiempo hemos insistido exclusivamente en la autoridad
exterior, sin enseñar a los creyentes a orar, a aventurarse en el itinerario
interior, a alcanzar una conciencia madura. Las consecuencias para el mundo y
para la religión han sido nefastas.
Cada vez estamos más convencidos de que la
palabra "oración", que se ha convertido en una actividad funcional y
pía que se espera de los creyentes, constituye en realidad una descripción de la experiencia interior.
Ha ahí la razón por la que todos los maestros espirituales recomiendan con
tanta frecuencia orar. Lo que están diciendo es: "¡Entra y descúbrelo tú
mismo!". A lo largo de la presente obra, entendemos de este modo la
oración y la experiencia interior. Jesús lo expresa gráficamente: "Cuando
vayas a orar, entra en tu habitación, cierra la puerta y reza a tu Padre a
escondidas" (Mt 6,6). Cuando uno lo oye decir de este modo, resulta
bastante obvio.
Las citas bíblicas
han sido parafraseadas a partir de varias excelentes versiones de la Biblia; a
decir verdad, algunas han sido traducción propia (del autor R. R.), fruto del
detenido estudio y -al menos eso espero- la inspiración.
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