jueves, 7 de junio de 2018

1.- INTRODUCCIÓN


LA BIBLIA Y SU ESPIRITUALIDAD
Richard Rohr, OFM

Introducción
Conectar unos puntos con otros

"No enseñamos a la manera en que es enseñada la filosofía, sino a la manera en que enseña el Espíritu. Deseamos explicar las cosas espirituales en términos espirituales".    -1 Cor 2,13

"En tu bondad, permites al ciego hablar de tu luz".  -Nicolás de Cusa

Algunas cosas debemos atrevernos a decirlas, no porque confiemos plenamente en nuestra capacidad de comunicarlas, sino sostenidos por una fe mucho más fuerte en la presencia objetiva dentro de nosotros del "Valedor... [que] os lo enseñará todo" (Jn 14,26) y cuya "ley está escrita en vuestros corazones" (Jr 31,33). En realidad, los maestros espirituales no hacen sino "secundar las mociones" del Espíritu Santo.
La primera moción es plantada ya en nosotros por Dios en el momento de nuestra creación (Jr 1,5; Is 49,1), y eso es probablemente lo que confiere a la sabiduría espiritual tanta convicción interior y tanta autoridad exterior. "No se trata de enseñar nada del todo nuevo. De algún modo, ya lo sabemos; pero se vuelve consciente o real cuando lo escuchamos de otra manera".
Esa es la divina symbiosis entre los miembros del cuerpo de Cristo o también la "mayéutica" (partería, obstetricia) de Sócrates, quien creía que no hacía otra cosa que ayudar a dar a luz al bebé que ya se encontraba en el interior de la persona. En cierto nivel, el conocimiento espiritual es experimentado siempre como "re-conocimiento". El propio Pedro dijo que su tarea consistía en gran medida en hacer que su pueblo "recordara" y "rememorara" (2 Pe 1,12-15). Por alguna razón, hemos olvidado eso. Y semejante olvido nos mueve a predicadores y maestros a tomarnos demasiado en serio a nosotros mismos, haciendo además a los creyentes demasiado dependientes de la autoridad exterior.
Algunos saben "hilar más fino que otros", quizá porque han aprendido eso que se llama "el poder de pensar sin pensar", en nuestra búsqueda de patrones y de sabiduría. Lo que solemos llamar perspicacia o incluso genialidad muchas veces deriva de la capacidad que algunas personas tienen de "tamizar la situación a la que se enfrentan, descargando todo lo que es irrelevante y concentrando la atención en lo que de verdad importa. Lo cierto es que nuestro inconsciente es realmente bueno en esto, hasta el punto de que este procedimiento de hilar fino a menudo arroja una respuesta más apropiada que la de otros modos de pensamiento más deliberados y exhaustivos.
Esperemos hilar lo bastante fino para conseguir abrir algunas puertas por las que alcanzar la verdadera transformación espiritual y a "lo que de verdad importa". Francamente, nuestro disgusto con buena parte de lo que se predica y enseña sobre la Escritura se debe a que nunca parece llegar a este nivel de identificación de patrones; antes bien, a menudo se queda en el plano de la anécdota, del análisis histórico-crítico. Suele ofrecer inspiración e incluso ser buena teología, pero rara vez parece conectar unos puntos con otros y percibir la trayectoria que se va perfilando. Conectar entre sí tales puntos es absolutamente necesario, ya que, de lo contrario, no dispondremos de ningún criterio que nos ayude a reconocer los pasajes bíblicos regresivos que se apartan de dicha trayectoria. Debemos darnos cuenta de hacia dónde nos llevan esos puntos.

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