miércoles, 6 de junio de 2018

86.- PODER BUENO Y PODER MALO


86.-
Un sistema imperial tiene mayor necesidad de ley, orden y nítidos sistemas de pertenencia que deseo de misericordia, mansedumbre o sistemas transformadores. Este fue el comienzo de la continua tentación de "eclesialización", todavía hoy pujante, y probablemente constituye también la razón de que nosotros mismos hayamos abusado con tanta frecuencia del poder.
Por la gracia de Dios, los santos de los distintos siglos y grupos han seguido preocupándose de lo esencial, pero solo en la medida en que se han demostrado dispuestos a pasar por todos esos dolorosos abajamientos que los cristianos llamamos "vía crucis" y que Jesús llamaba "signo de Jonás", san Agustín "misterio pascual" y el credo de los apóstoles "descenso a los infiernos". Al margen de estos itinerarios, hay ciertos aspectos de la naturaleza de Dios y de la naturaleza del alma que uno sencillamente no puede comprender.
«¿Podéis beber la copa que yo he de beber?», les pregunta Jesús a Santiago y Juan, quienes aún buscan asumir determinados roles. "¡Claro que sí!", respondieron ellos, y lo que dijo Jesús podríamos parafrasearlo de la siguiente manera: «Sin duda la beberéis y no tendréis más remedio que hacerlo, pero no me corresponde a mí asignar roles» (cf. Mt 20,22-23). La religión reúne a muchas personas temerosas del infierno; la espiritualidad empieza a cobrar sentido para quienes han atravesado el infierno, esto es, para quienes han bebido las dificultades de la vida hasta apurarlas.
Jesús vino como víctima de la historia humana porque, desde un punto de vista espiritual, solo la víctima puede revelar tanto las luces como las sombras de la historia. La víctima sabe en qué consiste la historia verdadera y de qué son cómplices en realidad aquellos que forman parte del sistema. De lo contrario, ¿por qué iba a decirnos Jesús algo tan ridículo como lo siguiente: «Dichosos vosotros cuando os injurien, os persigan y os calumnien de todo por mi causa» (Mt 5,11)?
Esto no significa que las personas ilustradas deban ser rechazadas; así y todo, es cierto que las personas heridas y excluidas tienen mucha mayor probabilidad de ver claramente y de tener algo que decir (¡como también la tienen de estar amargadas!). No obstante, Jesús envía a sus seguidores a ese lugar, a vivir esa experiencia, porque la sabiduría brota de la forma en que uno afronta su dolor. Esta es una perspectiva única y necesaria, como siempre han comprendido los poetas, artistas y visionarios. De hecho, me resultaría difícil entender las bienaventuranzas de cualquier otra manera (cf. Mt 5,1-12).

No hay comentarios:

Publicar un comentario