18.-
A la tercera cúpula de sentido que engloba
y regula las dos menores la llamamos "la historia". Con este término
nos referimos a “los patrones siempre
verdaderos”. Dudo si hablarles de este asunto a los "auténticos
creyentes", porque es algo mucho más amplio y compartido que cualquier
religión o confesión. Todas las religiones saludables narran la
"historia" en diferentes niveles, tal y como autoritativamente enseñó
el Concilio Vaticano II (Nostra Aetate
1 y 2). Por ejemplo, el perdón resulta siempre sanador, no importa que uno sea
hindú, budista, católico o judío. El perdón es uno de los patrones siempre
verdaderos y, por tanto, forma parte de la "historia". No existe un
modo específicamente católico de dar de comer al hambriento o de cuidar de la
tierra. El amor es siempre amor, aun cuando se deba a una motivación diferente.
La tradición bíblica se toma en serio
estos tres niveles: “mi historia”, “nuestra historia” y “la historia”. La revelación bíblica afirma que “la
única manera en la que uno puede atreverse a dar el paso” hacia “la
historia” y a comprenderla en profundidad es recorriéndola y asumiendo a la vez
responsabilidad por la “propia historia personal”
y por la “historia del grupo al que
pertenece”. Tienes que prestar oído a tu experiencia, a tus fallos, a tus
pecados, a tu salvación, tienes que asumir que formas parte de la historia, de
una cultura, de un grupo religioso, para bien o para mal. No puedes sanar ni “mirar honestamente” lo que no admites.
La religión fundamentalista intenta llegar
de un salto al tercer nivel, a “la historia”, sin realizar el doloroso trabajo
personal de la “historia individual” ni el análisis crítico, histórico y social
de la “historia comunitaria”. De ahí que ese tipo de religión sea tan
superficial y tan poco autocrítica.
La genialidad de la revelación bíblica
consiste en que, en lugar de darnos simplemente los "siete hábitos de la
gente altamente efectiva", nos concede permiso e incluso nos brinda
orientación para que nos apropiemos de forma consciente de “nuestra propia historia” en todos los niveles, en todas y cada una
de las partes de nuestra vida y nuestra experiencia. Dios usará todo este
material, incluso lo negativo, para ofrecernos vida y amor.
¡“Esto
sí” que es de verdad una buena noticia! De repente podemos tomarnos en
serio nuestras vidas, con todo lo bueno y lo malo que tienen, porque Dios ya lo
ha hecho antes que nosotros. No estamos atrapados en nuestra pequeña cultura e
identidad grupal, ni en nuestro dolor y nuestras penas individuales. Formamos
parte de la Gran Imagen y vivimos dentro de un adorable huevo cósmico lleno de
sentido, donde nada es eliminado y todo nos conduce a la vida. Jesús nos enseñó
a llamarlo "reino de Dios".
No hay comentarios:
Publicar un comentario