miércoles, 6 de junio de 2018

92.- PODER BUENO Y PODER MALO


92.- 
Si lees en especial Lv 11-24, descubrirás que siete grupos distintos de personas son excluidos del templo. En primer lugar están, y ello obedece con toda probabilidad a preocupaciones de salud y contagio, las personas con enfermedades de piel. Eran declaradas permanentemente indignas y tenían prohibido el acceso al templo. En las traducciones se les suele designar de forma indiferenciada como leprosos. Esta es la razón por la que en la Biblia aparecen tantos leprosos. Jesús es famosos por tocarlos: una vez más el clásico provocador. Él mismo deviene impuro y no puede entrar en el templo, ni siquiera en pueblo alguno, durante un cierto tiempo (Mc 1,45).
En segundo lugar están los discapacitados con minusvalías físicas visibles, que simbolizan casi siempre lo que hoy llamamos "culpabilizar a la víctima".
En tercer lugar, los gentiles, o sea, todos los no judíos constituían el mayor grupo al que le estaba vedada la entrada en el templo. La mayoría de los presentes (todos, -la mayoría de los lectores de este libro-), a menos que tengan ascendencia judía, habrían sido declarados inmediatamente perdidos e indignos, lo mismo que en su día nosotros pensábamos sobre los no católicos y algunos todavía piensan sobre nosotros los católicos.
En cuarto lugar están las mujeres judías durante los períodos de menstruación y justo después de estos; en quinto lugar, los varones judíos después de una eyaculación sin fines reproductivos; y en sexto lugar, aquellos a quienes su ocupación profesional los convierte permanentemente en impuros e indignos (como, por ejemplo, pastores, personas que tienen contacto con la sangre, recaudadores de impuestos, curtidores y peleteros, etc.). ¡El séptimo y último grupo excluido del templo eran los hijos e hijas bastardos de los sacerdotes!
Si quieres hacer un interesante ejercicio para demostrar lo anterior, recorre los cuatro evangelios y elabora una lista en dos columnas. Apunta en una de ellas a las personas a las que Jesús combate a cada paso de su camino. Casi siempre son personas que tienen acceso a los atrios interiores del templo. En la otra anota a las personas que sistemáticamente responden a la llamada de Jesús. ¿Quiénes son? Casi siempre se trata de personas pertenecientes a uno de los siete grupos que eran declarados indignos y excluidos del templo.
He aquí una crítica permanente a los sistemas de poder y a su capacidad de generar falsas e interesadas ilusiones; no obstante, aunque tales textos son leídos de continuo desde el púlpito, esa crítica ha sido en gran medida ignorada. Ello se debe a que tendemos a estimar los códigos de pureza. Definen grupos y nos confieren una identidad que nos hace sentirnos superiores. Una vez dentro, no somos ya capaces de oír nada que nos degrade.

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