42.-
3.- Personas
con un rostro
"Y no surgió ya otro profeta
en Israel como Moisés, con quien Yahvé trataba cara a cara".
-Dt 34,10
"Ahora vemos un débil
reflejo en un espejo, entonces veremos cara a cara. Ahora conozca a medias,
entonces conoceré tan perfectamente como soy conocido".
-1Cor 13,12
Parece que este Yahvé que se revela y se
muestra a sí mismo en la Biblia no sólo desea imágenes o ideas, sino cabalmente
“personas” con las que pueda trabar
una relación muy concreta e íntima. ¡Dios se crea, en sentido bastante literal,
algunos amigos! Jesús se convirtió en la perfecta representación de alguien que
acepta y vive esa amistad. De hecho, nunca pareció dudar de ella. Eso debe
formar parte del núcleo de nuestra imitación de Jesús y constituir el modo
exacto por el que somos "asociados a su cortejo triunfal" (2Cor
2,14).
Sin embargo, Dios no se conforma con
relaciones impuestas o basadas en el miedo, sino que más bien desea relaciones
libres y voluntarias con "amigos" (Jn 15,15). Esto recibe el nombre
de "nueva alianza" (Jr 31,31; Lc 22,20), una alianza que para la
mayoría de las personas todavía resulta una posibilidad bastante nueva y
difícil de creer.
Al suscitar semejante libertad y toma de
conciencia, e incluso amor, en la humanidad, Dios está posibilitando de hecho
una cierta clase de igualdad entre la divinidad y la humanidad, por extraño e
imposible que eso pueda sonar. En palabras del Deuteronomio, Dios se crea
"su propio pueblo" (Dt 26,18).
La última obra de ficción de C.S. Lewis
fue un libro titulado “Mientras no
tengamos rostro”. En esa reinterpretación del mito griego de Cupido y
Psique, el autor ilustra cuán difícil le resulta a Dios darnos un
"rostro", crear interlocutores para una relación consciente. Al
parecer, Dios tiene que asumir el papel de Cupido para nuestra psique.
Una manera de leer la Biblia entera es
atendiendo al gradual desvelamiento de nuestro rostro: la progresiva creación
de la personalidad, desde la infancia al amor adolescente, a la infatuación (amor
irracional por el que nos dejamos llevar, un tanto infantil), a la comunión
adulta. (¿Sabías que el término "persona" deriva del término
seleccionado para designar las "personas" de la Trinidad, que eran
concebidas como ilimitada capacidad de relación?). La espiritualidad bíblica
tiene el potencial de crear "personas" capaces tanto de recibir como
de dar por amor, y por un amor totalmente libre.
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