miércoles, 6 de junio de 2018

87.- PODER BUENO Y PODER MALO


87.-
Por regla general, quienes mejor pueden percatarse de los sistemas de creencias realmente operativos, las redes de seguridad y las falsas ilusiones de un grupo determinado son quienes no pertenecen a él. Quien se identifica por entero con el grupo (léase el "empleado ejemplar") está demasiado a gusto en su interior para ver los ídolos y los sistemas de un país o de una institución. Esto alcanza su cima y se convierte incluso en una exigencia en la exhortación de Jesús a amar a nuestros enemigos: ¡no a tolerarlos, sino más bien a "amarlos", a "rezar por ellos" (Mt 5,44)! Solo cuando amamos a nuestros críticos podemos estar abiertos a la subversiva verdad a la que ellos a menudo dan voz, aunque únicamente se trate del diez por ciento de toda la verdad. ¡Pero una persona sabia no desea renunciar ni siquiera a ese diez por ciento de la verdad!
Con ello queda preparado el terreno para una idea que aparece ya en las Escrituras hebreas: "Circuncidad vuestro corazón... vuestro Dios nunca es parcial, nunca intentéis sobornar a vuestro Dios. Yhwh hará justicia al huérfano y a la viuda; Yhwh ama al extranjero y le da comida y ropa. Por consiguiente, amad también vosotros al inmigrante, porque inmigrantes fuisteis vosotros en el país de Egipto" (Ex 22,20ss). Los israelitas son invitados a ver siempre las cosas desde la posición estructural del "otro", y esto se advierte a menudo en la política orientada a la justicia que hasta la fecha desarrollan muchos judíos (otro tanto se enseña en Lv 19,34 y Dt 10,16ss).
Así pues, el principio que rige en realidad no es, como imaginamos: "Predica un mensaje profundo y serás rechazado"; sino más bien: "Sé rechazado y tendrás un mensaje profundo que predicar". Observa que los profetas son, casi por definición, ajenos al poder establecido y siempre víctimas de persecución (Mt 5,12; 23,34). Jesús es, a buen seguro, un arquetipo de eso mismo: un laico en apariencia inculto que, sin embargo, se alza sobre los hombros de sus antepasados José, Job y Juan el Bautista, quienes también fueron rechazados y perseguidos.
Algunos santos se dieron prisa en compartir esta posición, como Francisco y Clara de Asís, Vicente de Paúl, Benito José Labré y Simone Weil, por nombrar tan solo unos cuantos. Santa Teresa de Lisieux lo llamaba su "pequeño camino": ella es la única persona sin educación formal que ha sido declarada doctora de la Iglesia.     

No hay comentarios:

Publicar un comentario