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Jesús
como chivo expiatorio
La tercera imagen merece un tratamiento
algo más extenso, porque es fundamental para entender cómo funcionan los
motores mismos de la historia y cómo los reprograma Jesús.
Lo que ha sucedido a lo largo de la
historia humana ha sido lo siguiente: siempre hemos tenido necesidad de encontrar
algún modo de abordar la ansiedad y el mal humanos e invariablemente hemos
recurrido a alguna "tecnología" distinta del perdón.
Por lo general afrontamos la ansiedad y el
mal humanos con ayuda de sistemas sacrificiales, y eso
continúa siendo así en nuestros días. Algo tiene que ser sacrificado. Es
necesario derramar sangre. Alguien ha de morir. Alguien debe ser culpabilizado,
acusado, atacado, torturado y encarcelado -o tiene que estar en vigor la pena
capital-, porque sencillamente no sabemos cómo hacer frente al mal sin recurrir
a sistemas sacrificiales. Ello crea siempre religiones de exclusión y violencia,
pues pensamos que es tarea nuestra destruir el elemento maligno. Recuerda: el
comunismo y el fascismo pensaban lo mismo, cada cual conforme a su lógica.
Desde el punto de vista histórico, al
menos hemos avanzado del sacrificio humano al sacrificio de animales y a
diversos modos de aparente autosacrificio. Por desgracia, no era por lo común
el yo-ego lo que sacrificábamos, sino casi siempre el yo-cuerpo en su lugar. En
el perdón es precisamente mi yo-ego lo que tiene que morir: mi necesidad de
llevar razón, de mandar, de ser superior. Muy pocas personas están dispuestas a
llegar a ello, pero justo eso es lo que Jesús acentúa y enseña. ¡Me dicen que
el perdón está implícito al menos en dos terceras partes de su enseñanza!
“Mientras podamos afrontar el mal con
medios distintos del perdón, nunca experimentaremos el verdadero sentido del
mal y el pecado”. Seguiremos proyectándolo fuera de
nosotros, temiéndolo fuera de nosotros, atacándolo fuera de nosotros, en vez de
"contemplarlo" y "llorar" por él en nuestro interior.
Cuanto más tiempo pases contemplándolo,
tanto más te percatarás de tu propia complicidad ‘en’ el pecado de los demás y de que te beneficias ‘de’ él, aun cuando sólo se trate de la
satisfacción de sentirte superior desde el punto de vista moral. El perdón es
probablemente la única acción humana que exige tres nuevas miradas al mismo
tiempo: debo ver a Dios en los otros, debo acceder a Dios en mí mismo y debo
ver a Dios de un modo nuevo, como algo más que un "Guardián", que un
"Conminador". Es un mundo completamente nuevo en tres niveles
a la vez.
Somos la única religión que adora como
Dios al chivo expiatorio. En la medida en que adoramos al chivo expiatorio,
deberíamos aprender a dejar progresivamente de convertir a otros en chivos
expiatorios, porque también podríamos estar equivocados de medio a medio, al
igual que la "Iglesia" y el Estado, el sumo sacerdote y el rey,
Jerusalén y Roma, los niveles superiores de discernimiento en general se
equivocaron de medio a medio en lo concerniente a la muerte de Jesús. «¡Él
era lo que la mayoría de nosotros llamaríamos el ser humano más perfecto que
jamás ha vivido!» Si el poder mismo puede equivocarse hasta tal punto,
ten cuidado de a quien decides odiar, matar y ejecutar. Si hemos de juzgar por
la historia, el poder y la autoridad no son, por sí mismos, buenos guías. A
muchos, por no decir a la mayoría, la autoridad les libera de la ansiedad y a
menudo de la responsabilidad de desarrollar una conciencia madura.
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