martes, 5 de junio de 2018

154.- EL MISTERIO DE LA CRUZ


154.- 
9.- El misterio de la cruz

"Ningún príncipe de este mundo conoció esta sabiduría; pues, de haberla conocido, no habrían crucificado al Señor de la gloria".
                                                           - 1Cor 2,8
La doctrina de la cruz es la gran clave interpretativa que clarifica muchas cosas, al menos para los cristianos, pero quizá también de cara a la historia. No es casualidad que hayamos hecho de la cruz el "logo" cristiano, porque en la revelación de la cruz se evidencia y devienen insoslayables muchas grandes verdades, que antes, sin embargo, no resultaban tan patentes. Imagino que a eso es a lo que alude la "revelación de un misterio" de la que Pablo habla en la cita que preside este capítulo.
Crux probat omnia es una afirmación que usaban algunos de los primitivos teólogos sistemáticos. Su traducción es: "La cruz lo demuestra todo". Esto podría parecer una exageración o más bien incluso reflejo del triunfalismo cristiano. Pero si uno entiende la crucifixión como un símbolo icónico que clarifica la naturaleza misma de Dios, así como el dilema central del ser humano y los puntos esenciales de la religión, enseguida se le hace manifiesto cuán verdadera es esta sentencia. Intentemos ver por qué reclamamos tanta sabiduría de un único acontecimiento.
A poco que seamos capaces de contemplar nos daremos cuenta de que el misterio de Jesús crucificado ‘pone nombre’ a -y libera- las vidas e incluso las muertes de muchos de quienes viven en nuestro planeta. Quienes "miran" (Jn 19,37) al Crucificado durante suficiente tiempo -con ojos contemplativos- son sanados siempre en niveles profundos de su ser, del dolor, de la ausencia de perdón, de la agresividad y del victimismo. Ello no requiere ninguna formación teológica, tan solo un "intercambio interior" consistente en interiorizar la imagen y ofrecer a cambio, con todas las garantías, el alma de uno. No es sorprendente que a C. G. Jung se le atribuya la frase de que el más profundo símbolo arquetípico de la mente occidental tal vez sea esa imagen de un hombre desnudo clavado en la cruz.
Ciertamente, el Jesús crucificado tampoco es un extraño para la historia humana. Ofrece, en un plano en gran medida inconsciente, ‘un muy compasivo sistema de significados para la historia’. El misterio del rechazo, el sufrimiento, la muerte y la resurrección de Jesús es la ‘clave interpretativa’ del sentido y la dirección de la historia. Cuando se carece de tal sentido cósmico y de su relevancia para el alma, las agonías y las tragedias de la humanidad se experimentan como "ruido y furia que nada significan". Es más fácil para el cuerpo vivir sin alimento que para el alma vivir sin sentido.

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