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9.- El misterio de la cruz
"Ningún
príncipe de este mundo conoció esta sabiduría; pues, de haberla conocido, no
habrían crucificado al Señor de la gloria".
- 1Cor 2,8
La doctrina de la cruz es la gran clave
interpretativa que clarifica muchas cosas, al menos para los cristianos, pero
quizá también de cara a la historia. No es casualidad que hayamos hecho de la
cruz el "logo" cristiano, porque en la revelación de la cruz se
evidencia y devienen insoslayables muchas grandes verdades, que antes, sin
embargo, no resultaban tan patentes. Imagino que a eso es a lo que alude la
"revelación de un misterio" de la que Pablo habla en la cita que
preside este capítulo.
Crux probat omnia
es una afirmación que usaban algunos de los primitivos teólogos sistemáticos.
Su traducción es: "La cruz lo demuestra todo". Esto podría parecer una
exageración o más bien incluso reflejo del triunfalismo cristiano. Pero si uno
entiende la crucifixión como un símbolo icónico que clarifica la naturaleza
misma de Dios, así como el dilema central del ser humano y los puntos
esenciales de la religión, enseguida se le hace manifiesto cuán verdadera es
esta sentencia. Intentemos ver por qué reclamamos tanta sabiduría de un único
acontecimiento.
A poco que seamos capaces de contemplar
nos daremos cuenta de que el misterio de Jesús crucificado ‘pone nombre’ a -y libera- las vidas e incluso las muertes de
muchos de quienes viven en nuestro planeta. Quienes "miran" (Jn
19,37) al Crucificado durante suficiente tiempo -con ojos contemplativos- son
sanados siempre en niveles profundos de su ser, del dolor, de la ausencia de
perdón, de la agresividad y del victimismo. Ello no requiere ninguna formación
teológica, tan solo un "intercambio interior" consistente en
interiorizar la imagen y ofrecer a cambio, con todas las garantías, el alma de
uno. No es sorprendente que a C. G. Jung se le atribuya la frase de que el más
profundo símbolo arquetípico de la mente occidental tal vez sea esa imagen de
un hombre desnudo clavado en la cruz.
Ciertamente, el Jesús crucificado tampoco
es un extraño para la historia humana. Ofrece, en un plano en gran medida
inconsciente, ‘un muy compasivo sistema
de significados para la historia’. El misterio del rechazo, el sufrimiento,
la muerte y la resurrección de Jesús es la ‘clave
interpretativa’ del sentido y la dirección de la historia. Cuando se carece
de tal sentido cósmico y de su relevancia para el alma, las agonías y las
tragedias de la humanidad se experimentan como "ruido y furia que nada
significan". Es más fácil para el cuerpo vivir sin alimento que para el
alma vivir sin sentido.
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