miércoles, 6 de junio de 2018

143.- UN BANQUETE A REGAÑADIENTES


143.- 
«Un credo de adjetivos»
«Yhwh, Yhwh, el Dios compasivo y clemente, lento a la ira, rico en bondad y lealtad, que conserva la misericordia hasta la milésima generación, que perdona culpas, delitos y pecados» (Ex 34,6-7).
En ese maravilloso y temprano breve enunciado tenemos, en palabras de Walter Brueggemann, "una formulación tan estudiada que puede considerarse una suerte de clásico, una declaración normativa a la que Israel retornaba con regularidad y que merece el marbete de "credo". En ella figuran cinco gloriosas y laudatorias expresiones adjetivas que describen el corazón y el alma de la fe de Israel. De algún modo, a pesar de tener todo en contra y contar con la hostilidad de todos sus vecinos, los israelitas fueron capaces de experimentar a un Dios que era misericordioso, compasivo o clemente, firme en el amor, tenazmente fiel y perdonador.
Este es el centro dinámico de todo el sistema israelita de creencias y, como todo misterio espiritual, parece ser inagotablemente generativo y fecundo, y desemboca en el maduro -y literalmente inconcebible- concepto de gracia. Si un pasaje como este no representa un gran avance divino, cinco pasos hacia delante, ¡no sé qué otra cosa puede ser una revelación!
Ilustremos tan solo un poco esta fecundidad. Te animo vivamente a tomar la biblia y leer en su totalidad los pasajes que voy a mencionar, porque mis breves resúmenes no pueden hacerles justicia. Prueba con Ez 36-37. En estos capítulos, Yahvé regaña de verdad a Israel, diciéndoles en efecto, a través del profeta: "No habéis hecho nada bien, no habéis entendido nada".
Uno puede imaginarse allí a los israelitas sentados rojos de vergüenza. Dios los tilda por completo de pueblo indigno, casi hasta el punto de decirles que se olviden de todo y empiecen de nuevo. Luego, de forma en apariencia inopinada, se les ofrece una nueva creación a partir de la nada. Yahvé promete reconstruir el proyecto empezado desde cero y en Ez 36,22 afirma: "No lo hago por vosotros, casa de Israel, sino por mi santo nombre". Dios es su propio punto de referencia. Al amar, Dios no hace sino actuar en consonancia con su divinidad. La fidelidad de Dios no ha dependido nunca de nuestros méritos ni de nuestra disposición.
Luego, todo el capítulo 37 de Ezequiel es la presentación de lo que Dios hace con los "huesos resecos". ¡Como si se tratara de nuevos Adanes y nuevas Evas, Dios insuflará nueva vida en la tierra vieja y los revivirá! En estos pasajes, Yahvé dice varias veces que su propia reputación está en juego y que no va a permitir que esta -bien merecida- reputación pública de amor y fidelidad sea arruinada por nuestra estupidez y pereza. ¡Genial!
El término que se traduce por "amor inquebrantable" se vierte también con frecuencia por "amor de alianza" o "amor fiel". Hoy solemos llamarlo amor incondicional. Se trata de un "amor desigual", si se quiere, porque Israel nunca, nunca cumple su parte de la alianza, al igual que nosotros tampoco cumplimos jamás la parte que nos corresponde en la relación. Yahvé ha aprendido a hacerlo todo por su cuenta, y ese es el constante e incesante mensaje de buena parte de las Escrituras hebreas.

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