miércoles, 6 de junio de 2018

136.- UN BANQUETE A REGAÑADIENTES


136.- 
El simbolismo no es accidental: la compraventa se adueña invariablemente del templo. Frustra la obra esencial de la religión o, al menos, de la religión tal como la entendió Jesús. Es evidente que todo ello lo enojó mucho; y si en la vida de Jesús hay alguna violencia, fue esta. Pero él la dirige contra cualquier intento de "comprar" a Dios. Su violencia no se dirige contra las personas, sino contra la religión interesada y su frecuente alianza con el poder y el dinero.
Estoy seguro de que a Jesús también le enfada bastante toda tentativa de "comprar" el amor de Dios o de convertir la religión en un club exclusivo, y ello se percibe en la cita abiertamente inclusiva que toma de Isaías. "Mi casa será casa de oración ‘para todos los pueblos’" (Is 56,7).
Una parábola conocida por todos es la de los jornaleros que, habiendo sido enviados a la viña al caer la tarde, reciben, sin embargo, el mismo jornal que quienes habían sido contratados a primera hora de la mañana (Mt 20,1-16). Seamos honestos: a ninguno de nosotros, abejas obreras, nos gusta esta historia. Somos buenos occidentales, convenientemente educados. Todos decimos: "Gloria a ti, Señor, Jesús", cuando oímos proclamar este evangelio durante la misa, pero realmente no nos gusta ni nos creemos lo que acabamos de escuchar. No es así como pensamos, no es así como tú y yo y tantos otros hemos organizado el mundo. Una parábola como esta debería ser un claro indicador de que Jesús presenta una visión del mundo muy diferente del concurso de méritos y logros del capitalismo occidental.
La parábola es un género literario singular que sin cesar intenta subvertir el modo habitual de hacer las cosas. En esto es muy semejante al kôan zen o a la adivinanza confuciana, que se sirve de la paradoja para quebrantar nuestra confianza en lo que consideramos lógico. Con todo, por regla general no permitimos que las parábolas nos cuestionen de esta manera. El modo preponderante de ver las cosas ejerce un control tan férreo sobre nosotros que tratamos de interpretar las parábolas en el marco de la visión establecida o, más comúnmente, nos limitamos a ignorarlas o a juzgarlas trasnochadas. Sin embargo, como se supone que dijo Einstein, "ningún problema puede ser resuelto por el mismo modo de ver las cosas que lo han originado". Las parábolas persiguen subvertir nuestro antiguo modo de ver las cosas y nos ofrecen una salida que pasa por reformular por completo nuestra visión del mundo.

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