miércoles, 6 de junio de 2018

127.- LA MENTIRA DEL MAL


127.- 
Recuerda: tanto Pedro como Pablo entendían aún la muy categórica enseñanza de Jesús sobre el liderazgo de servicio (Lc 22,24-27; Jn 13,14-16; etc.). Nuestra posterior fascinación con el poder de dominación no tiene fundamento alguno en Jesús y no ha hecho sino desencadenar una espiral de violencia a lo largo de la historia cristiana, en la medida en que grupos de individuos se han rebelado contra la autoridad eclesiástica. Nadie se ve forzado a -ni desea- reaccionar contra siervos, mientras que los reyes suelen suscitar "una reacción igual y contraria", por tomar en préstamo la descripción que Newton hace de los sucesos naturales. Uno se pregunta si alguna vez podremos recuperar la confianza que Jesús depositó en nosotros.
En el Nuevo Testamento, Pablo es presentado, por supuesto, como un acusador transformado, un perseguidor convertido, quizá incluso como un asesino de masas a quien ahora llamamos santo. No había judío más devoto y observante de la ley que Pablo (cf. Flp 3,5-16). Era un fariseo perfecto, como él mismo reconoce, y de repente se dio cuenta de que en nombre del amor había devenido odio, en nombre de la religión se había convertido en un asesino y en nombre del bien se había transformado en mal.
Pablo estaba decidido a reconocer el lado oscuro de la religión, el mecanismo del chivo expiatorio, las interesadas leyes de la religión angosta. Optó por lo global, y eso cambió todo; a ello se debe que la mayoría de nosotros leamos hoy la Biblia. Es increíble que un iconoclasta como Pablo terminara dando lugar, directa o indirectamente, a una parte tan considerable de las Escrituras cristianas. Un número creciente de exégetas insiste hoy en admitir como epístolas auténticas de Pablo tan solo Romanos, 1 y 2 Corintios (sin adiciones), Gálatas, Filipenses, 1 Tesalonicenses y Filemón. Pero su vida inspiró una buena parte de los Hechos de los Apóstoles (escritos por Lucas) e influyó de manera significativa en quienquiera que escribiera Efesios, Colosenses, 2 Tesalonicenses y las cartas a Timoteo y Tito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario