miércoles, 6 de junio de 2018

126.- LA MENTIRA DEL MAL


126.- 
Pablo, el primer católico  
Aunque no sea un maestro sistemático de la no violencia, Pablo planta sólidos cimientos teológicos para ella con su insistencia en la "locura", con su teología del "cuando soy débil, entonces soy fuerte" y con sus constantes llamamientos al perdón, al sufrimiento prolongado y a la gracia. Pero aquí quiero acentuar el fundamento que Pablo establece para el universalismo, el cual no tiende a desencadenar violencia alguna de unos grupos contra otros.
Debemos ver en el ministerio de Pablo a los gentiles (los no judíos en general) la creación de una trayectoria que todavía hoy nos marca el camino. Pero el llamado primer papa, Pedro, probablemente intuyó a dónde conduciría esto. "Eh, esto es solo para los judíos, ¿sabes? No creemos que sea para los extraños", parece decir (cf. Ga 2,11-13). Pero, estando en Jafa, entra en trance y una voz del cielo le dice: "Lo que Dios declara puro tú no tienes derecho a considerarlo impuro" (Hch 10,16), y Pedro no tarda en afirmar también: "La verdad de la que ahora me he percatado es que Dios no es parcial, antes acepta a quien lo respeta y procede honradamente" (Hch 10,34). ¿Por qué nadie llama la atención sobre estas palabras como el primer sermón infalible de un papa?
Siempre necesitamos algún tiempo para trascender el pensamiento grupal y sumarnos al Dios de toda la tierra en la compasión universal, y los papas no son una excepción a este respecto. Pablo era el portador del gran mensaje en aquel momento y se "enfrentó” a él [Pedro] abiertamente, pues era evidente que [éste] estaba equivocado" (Ga 2,11). Me pregunto cuántos obispos tendrían hoy semejante valentía. Por fortuna, Pedro termina cambiando de parecer (Hch 10,34-35; 15,11) y suena casi como Pablo: "Recordad, creemos haber sido salvados, lo mismo que ellos, por la gracia" (Hch 15,11). Cuando el Espíritu Santo se manifiesta de hecho a los paganos, Pedro dice: "¿Quién soy yo para estorbar a Dios?" (Hch 11,17), y cambia su propia forma de actuar, aunque lo oculta por miedo a los judaizantes conservadores, lo que propicia que Pablo lo tilde de "pagano" y "farsante" (cf. Ga 2,13-14). ¡Caray!

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