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La
preparación hebrea de la guerra del Cordero
Después de la insistencia de Moisés en que
el papel de Israel en el éxodo consiste sin más en "esperar en silencio", ya
que
"Yahvé peleará por vosotros" (Ex 14,14), no hay en las
Escrituras hebreas demasiada enseñanza directamente no violenta. Pero el tema
continúa desarrollándose. Cuando se encuentra en estado de sitio, sin embargo,
es la disyuntiva de ganar o perder lo que controla en gran medida la historia
de Israel, al igual que ocurrirá con la historia cristiana. La guerra del
Cordero, que se convierte en apogeo final, sigue siendo una posición
minoritaria en la mayor parte del texto, "oculta desde la fundación del
mundo".
Existe al menos otro ejemplo de nuestro
tema en los libros históricos: el maravilloso y ya citado relato de Gedeón en
Jueces 6-8. Yahvé hace que el ejército de Gedeón mengüe más y más diciendo:
«Llevas demasiada gente para que yo os entregue a Madián. No sea que luego
Israel reclame la gloria a costa mía y diga: "Mi mano me ha dado la
victoria"» (Jue 7,2).
¡Poco a poco, Yahvé reduce el ejército de
Gedeón de 33.000 a 300 hombres! Pero la dirección es clara: el texto nos lleva
desde la confianza absoluta en la violencia a una confianza muy lentamente
creciente en la no violencia y la transformación espiritual.
El mensaje se prolonga y ensancha en
considerable medida en los libros proféticos; hay que reconocer que se trata de
una posición en gran parte perdida en los libros históricos de Josué, Jueces, 1
y 2 Reyes, 1 y 2 Samuel, 1 y 2 Macabeos. Así y todo, el subtexto aflora marginalmente,
y eso acontece entre los profetas hebreos. Estos claman de continuo contra
todas las alianzas militares y contra el deseo de Israel de "confiar en
caballos, carros y ejércitos" (cf., por ejemplo, el "testamento de
Isaías en Is 30,15-18; o también Os 1,7). Quizá a ello se deba que los libros
proféticos sean los menos utilizados en la Iglesia, la oración y las
celebraciones litúrgicas.
Isaías, en especial la parte conocida como
"segundo Isaías" (caps. 40-55), se aleja ya del tribalismo y se mueve
hacia una actitud más inclusiva. La vocación de Israel es por el bien de la
toda la tierra. Los cuatro "cánticos del Siervo" (42,1-9; 49,1-6;
50,4-10; 52,13-53,12) establecen un fundamento firme para una espiritualidad no
violenta. En particular, tienden una sólida base para una comprensión del
sufrimiento redentor, y esa es la razón por la que estas lecturas se utilizan
con tanta frecuencia en Semana Santa.
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