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Siendo
de origen alemán, me siento libre para examinar el ejemplo de mi propio pueblo.
Cuando voy a Alemania a dar clases, siempre me impresiona lo culto y bien
formados que son los alemanes. Hay librerías en cada esquina. Parecen el pueblo
más culto del mundo; pero en ausencia de una mente contemplativa, la educación
formal ofrece únicamente mejores razones para racionalizaciones de carácter
dualista. Los alemanes, como nosotros los estadounidenses, pueden ser personas
extremadamente "a la defensiva".
Fue en Alemania, este país sumamente
culto, mitad católico y mitad luterano, donde tuvo lugar el ‘Holocausto’. El cristianismo debe
afrontar este hecho. ¿A qué se debe que el Evangelio haya resultado tan
absolutamente ineficaz en lo que atañe a transformar la vida y la conciencia de
las personas?
Nosotros los cristianos, que adoramos al
chivo expiatorio, Jesús, nos hemos convertido numerosas veces a lo largo de la
historia en los principales señaladores de chivos expiatorios: judíos, herejes,
pecadores, brujas, homosexuales, pobres, miembros de otras confesiones
cristianas o de otras religiones. El patrón de exportar nuestro mal a otros
lugares, odiándolo allí con aire de superioridad moral, está arraigado en todos
los pueblos. Después de todo, nuestra tarea consiste en ‘separar’ del mal, a nosotros mismos y a otros, ¿no es cierto? ¡He
ahí la mentira! ‘Todo proceso de pensamiento excluyente, toda forma de pensar
exclusivamente dualista creará siempre personas violentas en algún nivel’.
Esto lo afirmo como un absoluto, y
precisamente en virtud de la cruz que me ha sido revelada. La escena de la
crucifixión es nuestro icono permanente, una imagen que plantea tanto el
problema de la historia en su conjunto como la solución para él.
Así pues, el principal problema espiritual
puede ser formulado de la siguiente manera. "¿Cómo oponer resistencia al
odio sin convertirse uno mismo en odio?". Todos estaríamos de
acuerdo en que el mal tiene que ser rechazado y superado; la única pregunta es,
¿cómo? ¿Cómo podemos resistirnos al mal sin convertirnos en imagen refleja de
él, mas no reconocida como tal? Ese es con frecuencia el quid de la cuestión; y
a juzgar por mi experiencia, son muy pocas las personas que lo resuelven con
éxito, aun cuando se encuentre ya resuelto con bastante claridad en la vida, la
muerte y la enseñanza de Jesús.
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