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El
rito del chivo expiatorio
En Lv 16,21-22 leemos una descripción
abreviada del antiguo rito del chivo expiatorio.
El día de la Expiación, un macho cabrío
era llevado al santuario. El sumo sacerdote ponía ambas manos sobre la cabeza
del chivo, y todos los pecados y fracasos del pueblo eran trasferidos
ceremonialmente a éste, que luego era enviado al desierto a morir. Era un
clásico rito de desplazamiento, un ejemplo de lo que algunos denominan la
"mística de la participación" de los muchos en el Uno simbólico.
Resultaba bastante efectivo.
En apariencia, se trata de uno de los
ritos litúrgicos más ingeniosos que se han inventado en toda la historia.
¡También tú, si también creyeras que todo el mal que has cometido ha sido
transmitido a un macho cabrío y olvidado para siempre, golpearías a ese chivo
para hacerle marchar al desierto! Lo que se deriva de forma directa del relato
del chivo expiatorio en Lv 16 es lo que se conoce como "código de
santidad" (Lv 17-27), que en gran medida define la santidad como ‘separación del mal’. Y justo eso es lo
que acaba de ser ritualizado.
Tres mil años después, la conciencia
humana no ha avanzado mucho más allá de ese punto, a pesar del mensaje de la
cruz. ‘Jesús no define la santidad tanto como separación del mal, sino más
bien como absorción y transformación de éste, siendo uno mismo quien paga el
precio en vez de pedir siempre a los demás que lo asuman’. Y ello hace
que la historia pase del persistente mito de la violencia redentora al plan
divino del sufrimiento redentor.
Yo diría que, a lo largo de la historia,
sólo una pequeña minoría de cristianos ha entendido esto. Quizá porque nos
exigiría proceder de la misma manera, nos apartamos de ello como programa de
vida y lo convertimos en una insondable transacción entre Jesús y el Padre. Las
teorías tradicionales de la expiación pedían mucho de Jesús, pero poco de
nosotros, salvo dar las gracias sin cesar. (Consideraremos esto con más
profundidad en el capítulo 9).
Ni siquiera la educación formal saca a la
luz nuestra profunda necesidad de buscar chivos expiatorios. Formación no es lo
mismo que transformación. Podría pensarse que la gente formada y culta no tiene
ya necesidad de recurrir al mecanismo del chivo expiatorio. Sin embargo, lo que
yo constato es que, entre intelectuales, la búsqueda de chivos expiatorios se
hace únicamente más sofisticada.
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