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Recuerda: lo
que te hace santo puede hacerte también malvado. Después de cualquier
verdadero encuentro religioso, las personas suelen ser peligrosas durante unas
cuantas semanas o meses, porque la experiencia religiosa las lleva
necesariamente a pensar que son el centro del mundo. Al parecer, Dios no tiene
más remedio que asumir ese riesgo cada vez que nos elige y nos ama. Podemos
hacer un uso por completo incorrecto de ese henchimiento del ego para la
promoción personal en vez de para el amor generativo. ‘Las personas centradas en sí mismas hacen un mal uso del amor humano y
harán otro tanto con el amor divino’. Yo solía decir: "Cuídate de los
neófitos durante los dos años posteriores a su llamada al altar o a su bautismo
en el Espíritu".
Así pues, ¿por qué hace la gente cosas tan
ayunas de cariño e incluso odiosas? Y lo que es aún peor, ¿por qué parece que
la Biblia enseña semejante comportamiento, por qué parece que Dios lo aprueba? ‘Ese es’ nuestro problema. Pienso que,
al menos que resolvamos el conflicto textual, la Biblia continuará siendo uno
de los libros más peligrosos y, para aquellos que la utilizan mal, más inútiles
del mundo. Quiero reiterarlo una vez más, porque forma parte del núcleo del
mensaje que intento transmitir aquí: el texto revela tanto el problema como la
solución. La formulación del problema no debe ser interpretada como
guía espiritual ni como enseñanza, aunque así es como ha sido usada durante la
mayor parte de la historia cristiana.
Debemos aprender de aquellos textos que
nos hacen trascender nuestro deseo natural de seguridad para el ego, las
necesidades de estatus y la idolatría del grupo. Únicamente entonces podemos
confiar en que es Dios quien irrumpe en la conciencia humana y en el texto.
Pero ¿cómo podemos estar seguros de que seguimos la trayectoria correcta?
¡Observando la forma que adoptan las velas del barco! ¿Hacia dónde nos dirige
el enfoque del texto? Cabalmente este es el significado de la afirmación
cristiana de que Jesús es la culminación de las Escrituras. Las velas están
dispuestas para navegar hacia un Dios de sufrimiento y de amor humilde, como
por fin se nos ha revelado en Jesús. Solo en virtud de él tenemos la total
certeza de que Dios está más allá del tribalismo, la violencia, el odio y la
validación de las vanidades del yo pequeño.

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