miércoles, 6 de junio de 2018

119.- LA MENTIRA DEL MAL


119.- 
En el libro del Deuteronomio se echa de ver al menos cierta evolución de pensamiento. Se dice que los "hititas, guirgaseos, amorreos, cananeos, fereceos, heveos y jebuseos" son derrotados por los hebreos. El texto dice: "Los consagrarás sin remisión al exterminio... No les tengas piedad Esto es lo que haréis con ellos: demoleréis sus altares, destruiréis sus estelas, arrancaréis sus mayos y quemaréis sus imágenes" (Dt 7,2.5). Sin duda, esto no es diálogo interreligioso; así y todo, algunos versículos más adelante observamos que esta dinámica de violencia legitimada se desplaza hacia la humildad y hacia un precioso reconocimiento de la no violencia divina, que se suele traducir como "misericordia" o "gracia".
El texto nos revela un problema y al mismo tiempo nos lo crea; y luego lo resuelve, al menos en parte: "Si el Señor se enamoró de vosotros y os eligió no fue por ser vosotros más numerosos que los demás, sino porque sois el pueblo más pequeño... Amándoos, Yahvé no hacía sino ser fiel a su propia misericordia" (Dt 7,7.9). Así pues, aún tenemos a Dios justificando, según parece, la violencia, pero al menos Yahvé les está diciendo a los hebreos que no son mejores que los demás y que su elección es obra totalmente libre de Dios y no responde a mérito alguno por su parte. Yahvé revela la divinidad como "misericordiosa", como "llena de gracia", ¡y ahora la esperanza es que esto se les pegue a quienes la adoran!
Por sí solos, los hebreos nunca habrían llegado de forma natural a la idea de un Dios tan absolutamente diferente de ellos; así, un pasaje como este tiene todos los visos de un auténtico avance y una auténtica "revelación". Es la clase de pasaje que nos lleva tres pasos hacia delante. Matar a aquellos a quienes se teme es, en cambio, un patrón natural, podemos asumir sin miedo a equivocarnos que semejante asesinato no es en absoluto revelación. Se trata de un pasaje que nos lleva dos pasos hacia atrás. Me gustaría presentar el texto de Deuteronomio como el clásico texto que se equilibra a sí mismo, como un texto que nos ofrece criterios para determinar qué es un avance revelador y qué una mera repetición en los peores niveles de la conciencia del ego.

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