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El
misterio oculto desde la fundación del mundo
Una expresión del Salmo 78: "el
misterio oculto desde la fundación del mundo" (v.2), es utilizado por
Mateo para explicar por qué Jesús enseña en parábolas. René Girard la emplea para
describir la naturaleza oculta del mecanismo del chivo expiatorio. El erudito
francés cree que es justamente la Biblia la que desenmascara de una vez por
todas el instinto acusador: "Ha sido expulsado el que acusaba a nuestros
hermanos" (Ap 12,10).
Si el asesinato fruto de la ignorancia y
la violencia legitimada constituye el problema moral básico de la historia
humana, el cristianismo es la religión que adora a uno que fue asesinado por
gente que ignoraba lo que estaba haciendo. El juego de humo y espejos debería
estar concluido, al menos para nosotros. Pero semejante esquema opera a gran
profundidad y se halla bien oculto para un yo pequeño, incluso para un yo
pequeño cristiano.
Este patrón acusador y culpabilizador
comienza a ser revelado en los primeros capítulos de la Biblia. El Génesis nos
muestra a Adán echando las culpas a Eva (Gn 3,12) y a Eva echando las culpas a
la serpiente (Gn 3,13), y enseguida aparece Caín envidiando a Abel y dándole
muerte a continuación (Gn 4,6-8). Es siempre otro quien tiene que ser acusado,
eliminado, torturado o asesinado, hasta que esta dinámica se apodera de todo y
"los pensamientos en sus corazones no concebían otra cosa que maldad
durante todo el día" (Gn 6,5). Esto nos lleva al relato del diluvio de Noé
y la aparente destrucción del mundo entero por parte de Dios
Por desgracia, este relato antiguo y
pintoresco que narra la salvación de unos pocos por Dios termina presentando a
Yahvé como acusador y mezquino, incluso como alguien que da muerte a los
indignos y los inocentes (Gn 6-9). El amor de Dios no ha sido recibido aún por
este autor bíblico en un nivel profundo o reflexivo. Se trata todavía de un
amor muy condicionado y dependiente del mérito, y Dios no tiene problemas en
hacer que se ahogue todo un mundo de animales y niños, aunque quepa suponer que
todos los demás adultos del resto de la tierra eran pecadores y
"violentos" (Gn 6,11-13). Aquí, Dios es creado a imagen nuestra,
marcada por el afán punitivo, y hecho peor de lo que es de esperar que seamos
nosotros. No obstante, se trata de un buen comienzo, porque al menos Yahvé es
presentado como "salvador" de algunos (Gn 6,19-20).
Parece que Dios ama; pero en este estadio,
el amor de Dios es aún exclusivo y está determinado por la dignidad del
receptor. Todavía no estamos preparados para un amor determinado por la
abundancia del Dador. Será necesario un tiempo prolongado para llegar al punto
en que el amor de Dios se determine a sí mismo en vez de venir determinado por
nuestra conducta. Este es un relato importante para mostrar qué quiero decir
cuando hablo de un "texto en
gestación": se comprende el asunto
en parte, pero todavía no en su totalidad; y además, parcialmente en oposición
directa a la trayectoria que luego se desarrollará.
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