miércoles, 6 de junio de 2018

118.- LA MENTIRA DEL MAL




118.- 
El misterio oculto desde la fundación del mundo
Una expresión del Salmo 78: "el misterio oculto desde la fundación del mundo" (v.2), es utilizado por Mateo para explicar por qué Jesús enseña en parábolas. René Girard la emplea para describir la naturaleza oculta del mecanismo del chivo expiatorio. El erudito francés cree que es justamente la Biblia la que desenmascara de una vez por todas el instinto acusador: "Ha sido expulsado el que acusaba a nuestros hermanos" (Ap 12,10).
Si el asesinato fruto de la ignorancia y la violencia legitimada constituye el problema moral básico de la historia humana, el cristianismo es la religión que adora a uno que fue asesinado por gente que ignoraba lo que estaba haciendo. El juego de humo y espejos debería estar concluido, al menos para nosotros. Pero semejante esquema opera a gran profundidad y se halla bien oculto para un yo pequeño, incluso para un yo pequeño cristiano.
Este patrón acusador y culpabilizador comienza a ser revelado en los primeros capítulos de la Biblia. El Génesis nos muestra a Adán echando las culpas a Eva (Gn 3,12) y a Eva echando las culpas a la serpiente (Gn 3,13), y enseguida aparece Caín envidiando a Abel y dándole muerte a continuación (Gn 4,6-8). Es siempre otro quien tiene que ser acusado, eliminado, torturado o asesinado, hasta que esta dinámica se apodera de todo y "los pensamientos en sus corazones no concebían otra cosa que maldad durante todo el día" (Gn 6,5). Esto nos lleva al relato del diluvio de Noé y la aparente destrucción del mundo entero por parte de Dios
Por desgracia, este relato antiguo y pintoresco que narra la salvación de unos pocos por Dios termina presentando a Yahvé como acusador y mezquino, incluso como alguien que da muerte a los indignos y los inocentes (Gn 6-9). El amor de Dios no ha sido recibido aún por este autor bíblico en un nivel profundo o reflexivo. Se trata todavía de un amor muy condicionado y dependiente del mérito, y Dios no tiene problemas en hacer que se ahogue todo un mundo de animales y niños, aunque quepa suponer que todos los demás adultos del resto de la tierra eran pecadores y "violentos" (Gn 6,11-13). Aquí, Dios es creado a imagen nuestra, marcada por el afán punitivo, y hecho peor de lo que es de esperar que seamos nosotros. No obstante, se trata de un buen comienzo, porque al menos Yahvé es presentado como "salvador" de algunos (Gn 6,19-20).
Parece que Dios ama; pero en este estadio, el amor de Dios es aún exclusivo y está determinado por la dignidad del receptor. Todavía no estamos preparados para un amor determinado por la abundancia del Dador. Será necesario un tiempo prolongado para llegar al punto en que el amor de Dios se determine a sí mismo en vez de venir determinado por nuestra conducta. Este es un relato importante para mostrar qué quiero decir cuando hablo de un "texto en gestación": se comprende el asunto en parte, pero todavía no en su totalidad; y además, parcialmente en oposición directa a la trayectoria que luego se desarrollará.

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