miércoles, 6 de junio de 2018

117.- LA MENTIRA DEL MAL


117.- 
Esta crítica internamente generada es la única senda genuina de renovación y reforma, algo que reconoce incluso la forma tricéfala de gobierno vigente en los Estados Unidos. Dentro de todo sistema es necesario estructurar un juego de controles y contrapesos. Siempre es sano que la Iglesia haga sitio para sus propios profetas. ¡De ahí que Pablo considerara a la profecía el segundo don en importancia! (1Cor 12,28). En cambio, cuando "mata a los profetas y apedrea a los enviados" (Mt 23,37), la Iglesia entra en un estado de declive, en un estado de miedo en vez de fe.
¡El segundo punto interesante -e irónico- es que muchos de los críticos del cristianismo supuestamente ajenos a él suscriben, al parecer, los valores y criterios que la tradición judío-cristiana les ha enseñado! Virtudes como la justicia, el amor, la verdad y la equidad nos son predicadas o, mejor dicho, recordadas por nuestros supuestos críticos.
Estos incluso viven en ocasiones nuestros valores con mayor autenticidad que nosotros mismos, como señala Jesús cuando alaba a los paganos por su fe (Mt 8,10). Necesitamos desesperadamente que la verdad nos sea proclamada de ese modo desde fuera, y siempre he sospechado que eso era lo que Jesús quería decir cuando afirmó que "los hijos de este mundo son más astutos tratando a los suyos que los hijos de la luz" (Lc 16,8).
Es de justicia señalar que tales críticos externos a la Iglesia a menudo están mirando fuera de sí mismos al pecado de otros. Generalmente no se han beneficiado de la revelación del mecanismo del chivo expiatorio y pierden una enorme cantidad de tiempo acusando a otras personas de sus faltas. A eso, amén de a toda crítica malintencionada, aviesa y destructiva, es a lo que me refiero cuando hablo de crítica mala. Sin embargo, incluso la crítica negativa puede servir para nuestro bien y nuestro crecimiento, aunque a veces nazca de un corazón vil. Con solo que sea parcialmente cierta, es posible que proceda del Espíritu Santo.

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