miércoles, 6 de junio de 2018

116.- LA MENTIRA DEL MAL


116.- 
La naturaleza de la crítica
El ego no convertido quiere una sola cosa: control; y además lo quiere ahora. Nunca desea cambiar; de hecho, odia el cambio. Esta es la razón por la que Jesús pone la ‘metánoia’ (al pie de la letra: "¡cambia tu mente!", o incluso: "¡trasciende tu mente!") en el centro mismo de su predicación. Es una pena que esta palabra haya sido vertida a lo largo de la historia como: "¡Arrepiéntete!" (Mc 1,15; Mt 4,17). Para los modernos, ello conlleva actitudes morales estrictas que, por regla general, conciernen a los pecados de la carne en vez de a una transformación real de la conciencia. Y eso, a nuestro juicio, representa una pérdida importante.
¡La genialidad del texto bíblico estriba en que esta capacidad de modificar el rumbo, esta capacidad de autocrítica, se halla contenida de hecho en la propia Biblia! Se trata de una actitud crítica buena y necesaria. En otras palabras, la totalidad de la Biblia se abre desde dentro, mostrándonos tanto la capacidad de acertar en lo esencial como nuestra ilimitada capacidad de no captarlo en absoluto, y a esto último lo llama "pecado" (‘hamartía’, o sea, "errar el tiro").
Cuando no se dispone de un código de apertura como este, se acaba en una forma tóxica de religión. Se está ante un grupo que se muestra incapaz de tolerar la evaluación o la crítica y que piensa siempre que esta procede de enemigos. Por ejemplo, ¡hay obispos que piensan que yo no amo a la Iglesia porque la critico! Este es el modo en que una mente dualista ‘no puede por menos de pensar y, de hecho, termina pensando’. En cambio, si permaneces junto a la Biblia, advertirás que antes o después se corrige a sí misma, justo lo que espero hacer también yo. Es posible que haya versículos punitivos, estrechos de miras o vengativos, pero ¡no tardan en ser relativizados! La Biblia muestra una paciencia muy considerable a la hora de alcanzar la visión de conjunto.
Es interesante constatar que hasta ahora, más que generar su propia crítica desde dentro, el cristianismo ha sido criticado sobre todo desde fuera, por sus enemigos, quienes a menudo desconocen los valores internos del cristianismo. Sin embargo, cuando se permite y alienta la crítica desde dentro, esta se orienta por los valores y criterios judío-cristianos. En otras palabras, el cristianismo ha de rendir cuentas a la tradición y ser criticado por los valores en ella aceptados. Eso es lo que Moisés, Jesús y Pablo hacen desde dentro del texto y en el curso de sus vidas, eso es lo que los convierte en verdaderos reformadores. 

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