113.-
7.- La mentira del mal
"Llegará un tiempo
en que quien os mate piense que está dando culto a Dios"
- Jn 16,2
La Biblia, como aún habré de repetir
varias veces, es un "texto en gestación", que lucha por alcanzar sus
conclusiones y que solo se aproxima a ellas paso a paso, incluso caminando con
frecuencia hacia atrás. Lo importante es mantenerse en el proceso, permanecer
junto al texto que se despliega y permitirle que nos lleve hacia delante.
A partir de un versículo o pasaje aislado
de la Biblia se puede probar lo que uno desee. Se trata de un documento
peligroso, como ha demostrado la historia, y en ningún aspecto ha sido esto tan
cierto como en el continuo uso que se ha hecho de ella para legitimar el odio,
los prejuicios, la violencia, los asesinatos, los castigos y los sistemas
excluyentes, incluso en los niveles superiores de la Iglesia. Hemos justificado
desde una supuesta superioridad moral justo los mismos fenómenos y actitudes a
los que Jesús se opuso sistemáticamente y categóricamente. Esto debería
bastarnos para caer en la cuenta de que no estamos leyendo la Biblia de manera
correcta.
Diríase que el engaño del ser humano
consiste en lo siguiente: parece pensar que el problema está siempre en el
otro, no en uno mismo. Tendemos a exportar nuestro odio y nuestro mal a otros
lugares. De hecho, este problema es tan fundamental para la naturaleza y la
historia humana que su superación ocupa el centro de todas las enseñanzas
espirituales. Lo que invariablemente intenta hacer la espiritualidad madura es
presionar a la persona para que reaccione, diciendo como dijo Natán al acusar a
David: "¡Eres tú! (2Sm 12,7).
La naturaleza humana quiere hacerse
siempre la víctima o bien crear víctimas; y en ambos casos, con la finalidad de
tener todo bajo control. De hecho, lo segundo se sigue de lo primero. Una vez
que uno empieza a sentir autocompasión, no tardará en encontrar a alguien a
quien culpar, acusar o atacar... ¡y de modo impune! Ello hace que el polvo se
asiente rápidamente, disipando cualquier vergüenza, culpa o preocupación
inmediatas. En otras palabras, funciona, al menos de momento. Así, las personas
no transformadas no tienen razón alguna para dejar de crear víctimas o hacerse
ellas mismas las víctimas.
La mayoría de los libros de historia
pueden suscitar la impresión de que el argumento de la historia no ha sido otro
que "quién
mató a quién". ¡Sin embargo, incluso la historia ha sido escrita
por regla general desde la perspectiva de los vencedores! En este sentido, la
mayor parte de la historia es probablemente "historia revisionista",
revisada de modo tal que se ajustara a lo que la gente del lugar estaba
preparada para escuchar. Solo algunas películas muy recientes, como, por ejemplo,
Pena
de muerte (la cinta de Tim Robbins sobre la lucha de la hermana Helen
Prejean contra la pena de muerte; su título original es Dead Man Walking) y Banderas de nuestros padres (la
cinta de Clint Eastwood sobre la batalla de Iwo Jima en la Segunda Guerra Mundial)
se han atrevido a presentar a los estadounidenses un guion escrito desde la
perspectiva de los perdedores. ¿No revela esto algo bastante significativo? Y
ninguna de estas películas fueron éxitos de taquilla.
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