miércoles, 6 de junio de 2018

106.- EL FILO DE LA NAVAJA: SABER Y NO SABER



106.- 
"No digáis nada a nadie"
Esta advertencia realizada por Jesús a sus discípulos a raíz de la transfiguración para que no contaran nada al respecto es denominada con frecuencia "secreto mesiánico" por los comentaristas de las Escrituras. Es habitual que Jesús exija silencio después de muchas de sus acciones y milagros. Tampoco permite hablar a los demonios "que saben quién es" (Mc 1,34). ¡Qué interesante! ¿Por qué crees que dice a la gente que no digan nada? Bueno, a veces Jesús añade una frase muy elocuente después de ordenar silencio: "Hasta después de la Resurrección" (Mc 9,9).
He aquí mi interpretación: hasta que no hayas experimentado el misterio de la transformación del falso yo al yo verdadero, no hables sobre estas cosas, porque casi siempre harás mal uso de esa experiencia y la malinterpretarás. Admirarás a Jesús por sus milagros en vez de esperar el verdadero sentido del milagro, que invariablemente es la transformación interior. Una cura médica no es lo mismo que una sanación, ¡y lo que Jesús quiere es sanar a la gente! A Jesús no le interesa ser tan solo un taumaturgo, un obrador de milagros, lo que interpela mayormente a las necesidades del ego de las personas. Él ofrece lo verdadero.
Yo celebro ritos de paso en Ghost Ranch, en Nuevo México, así como en otros lugares, guiando a varones por los ritos de iniciación históricos. El último día siempre tengo que decirles: "No habléis de esto a menos durante una semana y, si es posible, más tiempo". Fuera de contexto, siempre serán mal interpretados, malentendidos e incluso ridiculizados.
Cuando la experiencia de iniciación ha concluido, el recién iniciado abandona el espacio sagrado, liminal. Cualesquiera palabras que utilice para describir lo que acaba de experimentar en el espacio liminal serán trivializadas fuera de ese espacio sagrado, o bien concretará y congelará su experiencia al comunicarla por primera vez.
¿Te has percatado de esa tendencia? El modo en que uno cuenta las cosas por primera vez es "como serán" en adelante, incluso en su propia mente. Creo que esta es la razón por la que Jesús dijo. "No digáis nada a nadie", y quizá también la razón por la que no escribió nada. Sabía que convertiríamos sus palabras en dogmas verbales en lugar de tomarlas como experiencias interiores; y eso es lo que, de todos modos, hemos hecho.
Francamente, pienso que aquí radica gran parte de la atracción que el budismo ejerce en tantas y tantas personas en la actualidad. El budismo es del todo honesto en lo que concierne a la teología de la oscuridad, a nuestra incapacidad de conocer. Es mucho más humilde que las religiones monoteístas a la hora de confiar en las posibilidades de la palabra. El islam, el judaísmo y el cristianismo asumieron un gran riesgo al plasmar en palabras la experiencia religiosa.
Así, mayor aún fue el riesgo que Dios asumió en la encarnación, permitiendo que la Palabra se hiciera carne (Jn 1,14). El precio que hemos pagado por una cierta idolatría de las palabras es que las religiones monoteístas se han convertido en las menos tolerantes de todas las grandes religiones. Tanto el hinduismo como el budismo tienen una tendencia mucho más arraigada que las religiones monoteístas a aceptar al otro. (¡¡¡Richard, nacer "intocable" para toda la vida... no sé qué quieres que te diga!!!, pero no me parece precisamente aceptación).

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