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La oración como proceso
necesario
¡Las dos sendas del saber y el no saber se
enseñan principalmente a través de la oración! No es de extrañar que todos los
maestros espirituales la acentúen tanto.
En la enseñanza de Jesús tenemos, por una
parte, la oración vocal (lo que normalmente entendemos por oración), como
puedan ser el rezo del Padrenuestro y la invitación a "pedir" (Mt
7,7ss). A partir de esto y de la última cena hemos desarrollado diversas formas
de oración litúrgica, pública y social, centrada a menudo en la intercesión, la
acción de gracias y la adoración.
Pero también tenemos, por otra parte, la
oración que trasciende las palabras, a la que se alude con mucha menor
frecuencia: amen de exhortaciones como "orad en secreto" (Mt 6,5-6) y
"no seáis palabreros como los paganos" (Mt 6,7), la "oración muy
de madrugada en un lugar des poblado" de Jesús (Mc 1,35). Todos estos
pasajes apuntan hacia lo que hoy muchos de nosotros llamamos contemplación. La
oración más allá de las palabras es fomentada por la reflexión de Jesús sobre
el hecho de que los orantes "paganos" piensan que "a fuerza de
palabras serán escuchados". Y por la advertencia subsiguiente: "No
los imitéis, puesto que vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de que se lo
pidáis" (Mt 6,8).
Dada esta enseñanza de Jesús sobre la
oración "pagana", es sorprendente que la oración vocal se impusiera
en el oficio monástico, en la eucaristía y en la oración de índole formular,
como el rosario católico. Tanto más importante es, pues, que todas estas formas
de oración sean contrabalanceadas por la oración que trasciende las palabras.
(Una importante anotación al margen “es
que la antigua enseñanza sobre la contemplación, así como su práctica”,
permaneció en gran medida olvidada durante siglos, hasta que, a mediados de la
centuria pasada, Thomas Merton comenzó a recuperarla. Merton señaló que incluso
órdenes formalmente "contemplativas" se desenvolvían en el seno de la
tradición catafática [verbal, basada en imágenes] y apenas estaban ejercitadas
en la más antigua práctica de la conciencia no dualista y el saber no verbal.
Muchos santos y místicos devinieron contemplativos, pero más por la gracia
["contemplación infusa"] que por una enseñanza formal o refinada. La
práctica exacta de la contemplación es enseñada ahora por maestros como John
Main, Thomas Keating, Cynthia Bourgeault, Ruth Burrows y Lawrence Freeman, en
ocasiones bajo la rúbrica de "oración concentrante").
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