LA BIBLIA Y SU
ESPIRITUALIDAD
Richard Rohr, OFM
Introducción
Conectar unos puntos con
otros
"No enseñamos a la manera en que es
enseñada la filosofía, sino a la manera en que enseña el Espíritu. Deseamos
explicar las cosas espirituales en términos espirituales". -1 Cor 2,13
"En tu bondad, permites al ciego
hablar de tu luz". -Nicolás de Cusa
Algunas cosas debemos atrevernos a
decirlas, no porque confiemos plenamente en nuestra capacidad de comunicarlas,
sino sostenidos por una fe mucho más fuerte en la presencia objetiva dentro de
nosotros del "Valedor... [que] os lo enseñará todo" (Jn 14,26) y cuya
"ley está escrita en vuestros corazones" (Jr 31,33). En realidad, los
maestros espirituales no hacen sino "secundar las mociones" del
Espíritu Santo.
La primera moción es plantada ya en
nosotros por Dios en el momento de nuestra creación (Jr 1,5; Is 49,1), y eso es
probablemente lo que confiere a la sabiduría espiritual tanta convicción
interior y tanta autoridad exterior. "No se trata de enseñar nada del todo
nuevo. De algún modo, ya lo sabemos; pero se vuelve consciente o real cuando lo
escuchamos de otra manera".
Esa es la divina symbiosis entre los miembros del cuerpo de Cristo o también la
"mayéutica" (partería, obstetricia) de Sócrates, quien creía que no
hacía otra cosa que ayudar a dar a luz al bebé que ya se encontraba en el
interior de la persona. En cierto nivel, el conocimiento espiritual es
experimentado siempre como "re-conocimiento". El propio Pedro dijo
que su tarea consistía en gran medida en hacer que su pueblo
"recordara" y "rememorara" (2 Pe 1,12-15). Por alguna
razón, hemos olvidado eso. Y semejante olvido nos mueve a predicadores y
maestros a tomarnos demasiado en serio a nosotros mismos, haciendo además a los
creyentes demasiado dependientes de la autoridad exterior.
Algunos saben "hilar más fino que
otros", quizá porque han aprendido eso que se llama "el poder de
pensar sin pensar", en nuestra búsqueda de patrones y de sabiduría. Lo que
solemos llamar perspicacia o incluso genialidad muchas veces deriva de la
capacidad que algunas personas tienen de "tamizar la situación a la que se
enfrentan, descargando todo lo que es irrelevante y concentrando la atención en
lo que de verdad importa. Lo cierto es que nuestro inconsciente es realmente
bueno en esto, hasta el punto de que este procedimiento de hilar fino a menudo
arroja una respuesta más apropiada que la de otros modos de pensamiento más
deliberados y exhaustivos.
Esperemos hilar lo bastante fino para
conseguir abrir algunas puertas por las que alcanzar la verdadera
transformación espiritual y a "lo que de verdad importa".
Francamente, nuestro disgusto con buena parte de lo que se predica y enseña
sobre la Escritura se debe a que nunca parece llegar a este nivel de identificación
de patrones; antes bien, a menudo se queda en el plano de la anécdota, del
análisis histórico-crítico. Suele ofrecer inspiración e incluso ser buena
teología, pero rara vez parece conectar unos puntos con otros y percibir la
trayectoria que se va perfilando. Conectar entre sí tales puntos es
absolutamente necesario, ya que, de lo contrario, no dispondremos de ningún
criterio que nos ayude a reconocer los pasajes bíblicos regresivos que se
apartan de dicha trayectoria. Debemos darnos cuenta de hacia dónde nos llevan
esos puntos.