miércoles, 6 de junio de 2018

99.- EL FILO DE LA NAVAJA: SABER Y NO SABER



99.- 
Las dos corrientes
Este acto de equilibrio interior afloró en el mundo de la espiritualidad en forma, por así decir, de dos barras laterales como aquellas donde se aloja la publicidad en un sitio de Internet: Belden Lane las denomina tradición del saber y tradición del no saber. Primero intentaré explicar una y otra de forma muy sencilla y luego señalaré cómo aparecen ya y son propuestas en la propia Biblia.
La manera más universal de denominar estas dos tradiciones tal vez sea en términos de “oscuridad y luz”. Las expresiones teológicas formales son “vía apofática” o "negativa", en la que se trata de trascender las palabras y las imágenes hacia el silencio, y “vía catafática” o "afirmativa", en la que se usan palabras, conceptos e imágenes. Creo que ambas vías son necesarias: juntas constituyen una forma magnífica de conciencia más elevada, que se conoce como fe bíblica.
La vía apofática, sin embargo, ha sido en gran parte insuficientemente utilizada, enseñada y desarrollada desde la Reforma protestante y la Ilustración. A la sazón, de hecho, nos avergonzamos de nuestro "no saber" y en lo sucesivo intentamos librar nuestras batallas racionalmente. Durante varios siglos, la religión ha adoptado en Occidente una postura defensiva, una "mentalidad de sitiados" que nos llevaba a necesitar certeza y claridad y dejaba poco espacio para el no saber y la tradición mística. Todavía hoy nos refugiamos a menudo en esa posición regresiva, aunque ahora lo hacemos para defendernos del secularismo, el pensamiento de la Nueva Era y el diálogo interreligioso, fenómenos todos ellos que, de diferentes maneras, parecen cuestionar nuestra identidad misma. Es fundamental que en esta época en que vivimos volvamos a integrar las dos corrientes del saber y el no saber.
Si vamos a hablar sobre la luz, debemos de hacerlo también sobre la oscuridad, porque una y otra únicamente tienen sentido en relación mutua (cf. 1Cor 15,40-41), de igual modo que solo encendemos la hoguera pascual una vez que se abate la oscuridad. En gran parte del arte mundial, el Sol y la Luna son representados juntos como símbolos sagrados. La luz solar brinda una claridad absoluta y resplandeciente y disipa todas las sombras, pero al mismo tiempo crea, paradójicamente, sombras muy definidas. Las religiones patriarcales han preferido casi siempre dioses "solares", así como la adoración del fuego, la luz y el orden sagrado. Hay muchas razones para acentuar estos aspectos, pero en ellos no se agota la realidad.
La luz lunar es mucho más sutil, filtrada e indirecta y, por eso mismo, en ocasiones más clarificadora y menos amenazante. La luz solar puede resultar a veces demasiado refulgente, tan diáfana que de hecho oscurece o enceguece. Recuerda que, a diferencia de los demás actos de la creación del Génesis, cuando Dios separa la luz de las tinieblas, “no” dice que sea "bueno". Al comienzo mismo de la Biblia se nos advierte de que es imposible separar por completo la luz de la oscuridad, a riesgo de que tanto la una como la otra pierdan su sentido. El Génesis describe brillantemente la “bondad parcial” en el seno de la cual existe la totalidad de la creación (Gn 1,4-5). Recuerda: “Lucifer” significa "portador de la luz" y pensar que nosotros somos pura luz es siempre demoníaco: este suele ser el problema de algunos pastores que se empeñan en que sus rebaños sean siempre de ovejas, negándoles cualquier posibilidad de crecimiento.

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