jueves, 7 de junio de 2018

38.- ACERTAR EN EL QUIÉN


38.- 
Cuando entra en el templo y arroja al suelo las mesas de los cambistas, Jesús está debilitando, de hecho, el entero sistema de la religión sacrificial (para una buena exposición de este punto, cf. Hb 10). Está diciendo, "de una vez por todas" que los sacrificios cruentos han quedado superados, como con tanto acierto señala “René Girard” en “La violencia y lo sagrado”. Después de todo, los sacrificios humanos y animales, así como el heroico "autosacrificio", no son sino sustituciones vicarias de lo que realmente tiene que ser sacrificado y no queremos sacrificar: nuestro falso yo, nuestro ego, nuestras vanas ilusiones. Para nosotros, ese sacrificio es siempre una experiencia de muerte, en especial si llevamos treinta años cortejando a nuestro yo.
Si regresamos a la historia de las religiones, constatamos que en casi todos los continentes existieron sacrificios humanos hasta más o menos la época de Abrahán. Todavía recientemente se ha descubierto en América Latina restos de niñas pequeñas sacrificadas. En todos los continentes, la gente pensaba que Dios no podía amarnos a menos que le ofreciéramos los mejores y más brillantes de entre nosotros: nuestros primogénitos y nuestras hijas vírgenes.
“Alguien” tenía que ser entregado a Dios, porque no se consideraba que éste, en el fondo, estuviera de nuestra parte. A menos que tengamos presente esta forma de pensar, no entenderemos hasta qué punto Jesús imprimió un nuevo rumbo a la entera historia de las religiones. ¡El símbolo consiste, por supuesto, en que Dios derrama su sangre para llegar a nosotros después de milenios y milenios en los que era la humanidad la que derramaba su sangre para llegar a Dios! Para aquellos que estaban deseosos de leer los símbolos, Jesús invirtió todo el temible proceso. Al fin y al cabo, el verbo griego “sym-balleîn”, de donde procede "símbolo", significa "arrojar juntas" dos nociones diferentes, de suerte que podamos ver su similitud y acceder a un todo más abarcador.
Lo que aparece simbolizado además en el bello relato de Abrahán e Isaac (Gn 22) es el tránsito de los sacrificios humanos a los sacrificios animales. ¡Lo único que explica que pudiera escribirse semejante narración es que los hombres realizaban “de hecho” sacrificios humanos (repara en el sacrificio que ofrece el rey de Moab en 2 Re 3,27)! Era una línea argumental creíble. Cabría decir que la razón por la que Isaac se prestó a ello fue porque estaba familiarizado con semejante práctica cultural y sabía que le obligaba.
En verdad, Dios ha sido percibido como temible y amenazador a lo largo de la mayor parte de la historia. A la mayoría de los seres humanos, Dios nunca les ha suscitado sentimientos de amor Incluso hoy tú nunca amarás a un Dios que, en el fondo, es un terrorista: menesteroso e inseguro. Nunca le dedicarás tiempo a un Dios así. ¿Para qué ibas a perder tiempo a solas en la oración si no para intentar manipular o controlar a semejante Dios?
Mientras pensemos que Dios exige sangre física o sensiblera abnegación en vez del "corazón circunciso" (Dt 10,16) que la sangre en realidad simboliza, es probable que la mayoría de nosotros sigamos resistiéndonos a -y lamentando- este marcapáginas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario