miércoles, 6 de junio de 2018

98.- EL FILO DE LA NAVAJA: SABER Y NO SABER


98.- 
La Biblia, “en su totalidad”, consigue un delicado equilibrio entre saber y no saber, entre el empleo de palabras y la humildad en lo que a estas respecta, aun cuando las tradiciones subsiguientes a menudo no hayan encontrado un equilibrio equiparable. La "eclesialización" necesita, por su propia definición, hablar con absolutos y certezas. Se espera de ella que eleve pretensiones de verdad absolutas; y cuando no puede hacerlo, se siente muy frágil. Se trata del mismo aprieto que aquel en el que se encuentra un político, que debe pretender que está absolutamente seguro de sí, aun cuando todos sabemos que ello no es cierto. Como dicen Marcus Borg y otros en The Emerging Christian Way [El incipiente camino cristiano], tal es la tarea en gran medida imposible que la religión institucional se ha echado encima de ella misma. Y en mi opinión, se está desmoronando bajo su peso.
Entiendo la necesidad estructural de claridad, certeza e identidad, en especial para ponerse en marcha cuando uno es joven. La religión, sin embargo, necesita también un agente equilibrador para desencerrarse desde dentro, y ese agente no puede ser otro que lo que la mayoría de nosotros llamaríamos tradición mística u oracional. ("Misterio", "místico", "mascullar": todas estas expresiones derivan del verbo griego “myeîn”, que significa "callarse, cerrar los labios"). Si no se opera esa apertura, no podremos formar muchos adultos cristianos, cristianos capaces de tender puentes hacia personas de otras convicciones.
Carente de una profunda tradición oracional, la religión ha gritado: "¡Qué viene el lobo!", demasiadas veces a lo largo de la historia, y posteriormente se ha demostrado que estaba equivocada. Coteja antiguas declaraciones autoritativas de la Iglesia sobre la democracia, la guerra, la tortura, la esclavitud, las mujeres, la usura, las vacunas, el antisemitismo, la revolución, las formas litúrgicas, los pueblos indígenas, el latín y el universo geocéntrico, por nombrar tan solo unas cuantas importantes. Si hubiéramos contrabalanceado nuestro saber con un honesto no saber, nunca habríamos cometido tan mayúsculos errores. Partiendo de una línea distorsionada de la Escritura hemos demostrado lo que nos ha convenido. El corazón que no ora torcerá siempre la realidad a su gusto.

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